
Cuatro años después de la resonante victoria de Uruguay en Colombes 1924 y la gira previa por España que totalizaron catorce triunfos de corrido, exhibiciones demostrativas de que el mejor fútbol del mundo se practicaba en el Río de la Plata, al llegar la cita olímpica de Ámsterdam el balompié rioplatense-con sus dos representantes- y el del cono sur al sumarse también la participación de Chile, asiste con la pretensión de confirmar que por esta parte del mundo había surgido un estilo de juego insuperable. Esa modalidad se basaba en el pase corto donde la pelota se jugaba “cortita y al pie”, como lo difundió Pedro Cea, el único futbolista que actuó en todos los partidos de Uruguay de 1924, 1928 y 1930.
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