A lo largo de su gloriosa historia, Danubio tuvo muchos capitanes, pero, indudablemente Eliseo “Tito” Rivero es uno de los más destacados.
Perteneciente a una familia completamente consustanciada con la causa danubiana, (su padre llegó a ocupar la vicepresidencia del club) comenzó, como gran parte de los jugadores que visten la “franja” en Primera división, en las categorías juveniles.
En las “formativas” se destacó por su fortaleza física y una zurda prodigiosa. Estas condiciones, lo catapultaron al seleccionado juvenil y luego, a integrar el plantel de Primera división.
Debutó en 1974, pero su consolidación llegó dos años después y desde el primer momento, se destacó por su notable regularidad, jugando por la izquierda, ya sea como lateral o puntero.
En la Liguilla de 1977, acompañado por jugadores de la talla de Lorenzo Carrabs, Sergio “Bocha” Santín, Ernesto Popelka, el “Chico” Moreira, se consagró Subcampeón y así inscribir por primera vez, el nombre de Danubio en la Copa Libertadores. Lógicamente, no fue el único logro que cosechó en su fecunda carrera con los colores danubianos, es más, merece destacarse como uno de los futbolistas más laureados.
El “Tito” con la franja en el pecho y casi siempre con el brazalete de capitán en el brazo izquierdo, fue: Campeón de la Copa Hugo Forno en 1977, Subcampeón de la Liguilla 1977, Subcampeón del Torneo República de 1979, Subcampeón del Torneo Copa de Oro de 1982, Subcampeón del Campeonato Uruguayo de 1983, Campeón Invicto de la Liguilla 83, Subcampeón del Torneo Colombes en 1984. Participó en las Libertadores de 1978 y 1984; en ambas como capitán, siendo el único danubiano que logra tal distinción en dos ediciones del máximo evento clubista de América. Entre copas y giras, representó a Danubio en varios países como Colombia, Perú, Ecuador, Argentina, Brasil y hasta la exótica Corea del Sur, en la Copa Presidente de 1981.
Con la casaca celeste, fue se consagró Bi-campeón sudamericano juvenil en los torneos de: Perú (1975) y Venezuela (1977). Participó, además, del primer torneo mundial de la categoría, jugado en Túnez en 1977, y en el que Uruguay fue cuarto.
También, tuvo el orgullo de defender a la selección mayor, haciéndolo en la Copa América de 1983 (Uruguay se consagró campeón) y el Mundial de México 1986.
Trayectoria: Danubio 1974-1984, Peñarol 1985-1986) (Campeón Uruguayo en 1985), Platense (Argentina) 1986 y Defensor 1987-1988 (Campeón Uruguayo en 1987).
Eliseo Rivero, excelente futbolista. Corajudo, fuerte, técnico y con gol. Pero por sobre todas las cosas, un ejemplo para los jugadores jóvenes, por su don de gente y profesionalismo. Por algo…. la mayoría de sus entrenadores lo eligieron como Capitán.
En el año 1988, las autoridades de la AUF designaron como entrenador del seleccionado a Óscar Tabárez, quien el año anterior, se había consagrado campeón de la Copa Libertadores de América con Peñarol.
El primer desafío del “maestro” -en su primera era al frente de la “celeste”- fue la Copa Boquerón. El torneo de carácter amistoso, se disputó en Asunción y también participaron, Ecuador, Chile y Paraguay. Sin dudas, que esta competencia, fue de utilidad para los seleccionados como preparación para la Copa América de 1989 que se celebraría en Brasil.
La particularidad es que, Tabárez en su primera citación, convocó a nueve futbolistas de Danubio. Ellos fueron: Javier Zeoli, Daniel Sánchez, Nelson Cabrera, Ruben Pereira, Eber Moas, Rubén Da Silva, Edison Suárez, Gustavo Dalto y Edgar Borges.
Cabe recordar que, en ese momento, los de la Curva de Maroñas, contaban con muy buenos futbolistas que practicaban un fútbol de calidad y, además, lideraban el Campeonato Uruguayo, el que finalmente obtuvieron.
En el primer partido del cuadrangular, nada menos, que ocho futbolistas danubianos fueron titulares y un noveno, ingresó con el transcurrir del juego. Hecho singular, ya que es poco frecuente, que un equipo de los denominados menores, sea la base de la selección.
El cotejo entre uruguayos y ecuatorianos finalizó con victoria celeste por dos goles a uno, con anotaciones de José Herrera y Gustavo Dalto.
27/09/1988
Uruguay 2 Ecuador 1
Estadio: Defensores del Chaco, Asunción, Paraguay.
Público: 8.580 personas.
Árbitros: Juez: Gabriel González (PAR), Asistente 1: Carlos Maciel (PAR) y Asistente 2: Estanislao Barrientos (PAR)
Goles: José Herrera y Gustavo Dalto.
Uruguay: Javier Zeoli, José Herrera, Sergio Panzardo (51’ Mario Rebollo), Daniel Sánchez, Nelson Cabrera; Rubén Pereira, Eber Moas, Edinson Suárez, Rubén Da Silva; Sergio Martínez (70’ Edgar Borges) y Gustavo Dalto. Director Técnico: Óscar Tabárez.
Ecuador: Carlos Morales, Jimmy Izquierdo, Tulio Quinteros (45′ Wilson Macías), Hólguer Quiñónez, Luis Capurro, Pietro Marsetti (76′ Federico Minda), Kléber Fajardo, Álex Aguinaga, Hamilton Cuvi, Raúl Avilés y Byron Tenorio. Director Técnico: Dušan Draskovic.
Dos días después, se jugó la final ante Paraguay, que había derrotado a Chile por 2 a 0, y nuevamente, ocho danubianos formaron parte del “11” titular. La victoria correspondió a los guaraníes por 3 a 1; el tanto uruguayo fue obra de Ruben Da Silva.
29/09/1988
Paraguay 3 Uruguay 1
Estadio: Defensores del Chaco, Asunción, Paraguay.
Público: 15.000 personas.
Árbitros: Juez: Luis Carlos Félix (BRA), Asistente 1: Gabriel González (PAR) y Asistente 2: Lucio González (PAR).
Goles: 40´ Eumelio Palacios, 43′ Félix Brítez Román, 44′ Justo Jacquet (Paraguay) y 75′ Ruben Da Silva (Uruguay)
Uruguay: Javier Zeoli, José Herrera, Daniel Sánchez, Mario Rebollo, Nelson Cabrera; Rubén Pereira, Eber Moas, Edinson Suárez (79’ Sergio Martínez), Enrique Báez, Rubén Da Silva y Gustavo Dalto. Director Técnico: Óscar Tabárez.
Paraguay: Roberto Fernández, Virginio Cáceres, Luis Caballero, Catalino Rivarola (76′Hugo Ruiz Viera), Justo Jacquet, Julio César Franco, Augusto Chamorro, Gabino Román, Fredy Escobar (82′ Javier Ferreira), Félix Brítez Román y Eumelio Palacios. Director Técnico: Eduardo Luján Manera.
Hace un año escribíamos una columna que titulábamos «Cambio de paradigma», en la cual expresábamos nuestra opinión sobre el trabajo que venía desarrollando Marcelo Bielsa al frente del seleccionado charrúa. Antes de que baje el telón del 2024, repasaremos brevemente lo que dejó este año y los desafíos venideros.
Surfeando la ola
Como espectadores, veníamos saboreando las mieles del éxito que URUGUAY recogió en el inicio de las Eliminatorias, con resonantes triunfos ante BRASIL y ARGENTINA en el cierre del año 2023. Sin embargo, ocurrieron ciertos vaivenes que pusieron un manto de incertidumbre sobre la selección. Lo que ocurre en el terreno de juego no depende exclusivamente de la táctica, de la técnica o de las aptitudes físicas. También pesan otras cuestiones «extra fútbol», que en realidad hacen «parte de» y son clave para mantener un buen relacionamiento y clima de trabajo. Y estos asuntos estuvieron en boga por un buen tiempo.
El primer resbalón se dio en el Torneo Preolímpico que se celebró a principios de año en VENEZUELA. Para La Celeste era importante estar en París, al cumplirse un siglo de la conquista en Colombes, cuando el fútbol uruguayo allí representado se quedó con la presea de Oro y con la admiración del público francés. Bielsa tomó este desafío pero lamentablemente no logró el objetivo al quedar eliminados en la primera fase del torneo, que finalmente obtuvo PARAGUAY.
Luego llegó el momento de la preparación previa pensando en la Copa América USA 2024. En la Fecha FIFA de marzo, URUGUAY enfrentó a EUSKADI (selección del País Vasco) y a COSTA DE MARFIL, empatando y perdiendo respectivamente. El 5 de junio, ya instalados en los ESTADOS UNIDOS, los orientales vapulearon a la escuadra mexicana por 4 a 0. Esto podría considerarse un muy buen augurio para la que se venía, no obstante, tras la actuación en el magno evento continental, quedó una magra sensación o «gusto a poco». Si bien la performance de La Celeste puede catalogarse como buena o bastante aceptable, en el ambiente había un halo de esperanza respecto a conseguir el premio mayor, es decir, el título.
La secuencia en la Copa fue la siguiente: URUGUAY se quedó con el primer lugar del Grupo C, avanzando a Cuartos de Final tras doblegar a PANAMÁ, BOLIVIA y al conjunto anfitrión. En la siguiente ronda eliminó por penales a BRASIL y en Semifinales cayó por mínima diferencia con COLOMBIA, que jugó todo el segundo tiempo con un hombre de menos. Este partido quedará en el triste recuerdo por los incidentes acaecidos en una de las tribunas del Bank of America Stadium de Charlotte, que tuvo a varios jugadores celestes involucrados en una riña con hinchas colombianos, al intentar defender a sus familias.
Los Charrúas se adjudicaron la medalla de bronce al vencer, también por penales, al meritorio elenco canadiense. El entrenador rosarino apostó prácticamente siempre por el mismo equipo, exigiendo al máximo a sus futbolistas desde el punto de vista físico, bajo condiciones climáticas (nos referimos esencialmente a las altas temperaturas) difíciles de sobrellevar. Este manejo del plantel fue objeto de críticas, tanto del periodismo como del público en general. Sin embargo, el detonante extra deportivo que estaba por estallar sacudió a todo el ambiente del fútbol uruguayo…
Reflexionar y reconstruirse
La disputa de las Eliminatorias rumbo a NORTEAMÉRICA 2026 se reanudó en el mes de setiembre. Nuestra selección debía recibir a PARAGUAY y luego viajar a Maturín para visitar a VENEZUELA. Al comienzo de la semana preparatoria de dichos juegos, Luis Suárez anunció su retiro de la Selección Uruguaya. El encuentro con los guaraníes giró en torno a esa despedida y culminó en un insípido empate 0 a 0. El mismo resultado se dio contra La Vinotinto unos días después. Para estos encuentros, Bielsa no pudo contar con varios futbolistas, ya sea por estar suspendidos o lesionados, y eso se notó en el rendimiento del equipo. A posteriori, «El Pistolero» concedió una nota televisiva en la cual denunció problemas de convivencia y otras situaciones poco felices, apuntando los dardos a la figura del actual director técnico. Estas declaraciones generaron un gran revuelo y algunos medios incluso pusieron en duda la continuidad del rosarino. Para colmo de males, los resultados deportivos tampoco acompañaron en octubre: se dio una derrota en Lima frente a PERÚ (que aún no había ganado en toda la Eliminatoria) y otra igualdad sin goles ante ECUADOR en casa. La sequía de goles, la ausencia de triunfos y las dificultades que salieron a la luz, transcurridas en el Complejo URUGUAY Celeste (algunas de ellas al parecer también habían tenido lugar en la concentración durante la Copa América) conformaron un combo bastante complicado de manejar.
La calma llegó con las declaraciones de los involucrados (jugadores, el entrenador y algún que otro dirigente), pero sobre todo vino de la mano de los últimos resultados. Una victoria «in extremis» ante COLOMBIA, nuestro verdugo en la competición continental, más un importante empate con La Canarinha reposicionaron a la escuadra charrúa en las Eliminatorias, devolviéndola al segundo puesto. Asimismo, el desempeño mejoró -porque las formas también importan- y todo eso contribuyó para cambiar el semblante del seleccionado y del público.
Marcelo Bielsa sufrió el mismo bajón que padeció Oscar W. Tabárez al frente de anteriores procesos, por lo tanto, el declive experimentado no es nada nuevo. «El Maestro» tuvo tramos en donde sumó 2 de 18 puntos (Eliminatorias 2014), 1 punto de 12 (Eliminatorias 2018) y 1 punto de 15 (Eliminatorias 2022). Este último episodio le costó el puesto al entrenador que había asumido en marzo de 2006. Por su parte, el rosarino cortó una racha de 3 puntos sobre 12 posibles, gracias al triunfo obtenido frente a Los Cafeteros.
El mapa del 2025
Para el año venidero están previstas cinco Fechas FIFA. En marzo, junio y setiembre se desarrollarán las últimas seis jornadas de las Eliminatorias Sudamericanas. A continuación, el calendario de La Celeste:
20 de marzo: URUGUAY vs ARGENTINA
25 de marzo: BOLIVIA vs URUGUAY
5 de junio: PARAGUAY vs URUGUAY
10 de junio: URUGUAY vs VENEZUELA
4 de setiembre: URUGUAY vs PERÚ
9 de setiembre: CHILE vs URUGUAY
Mientras que en octubre y noviembre están destinadas otras ventanas de actividad por todo el mundo; donde La Celeste tendrá la chance de pactar hasta 4 partidos amistosos. Como reza el título del artículo, el objetivo es seguir creciendo, formando jugadores y afinando la idea pensando en la gran cita que concitará la atención mundial en el año 2026: una nueva Copa del Mundo.
El controvertido fixture del campeonato de la Primera División Amateur conspiró a favor de que se produjera un encuentro pendiente hace casi un siglo. Estos dos buenos vecinos de la Avenida Agraciada no se veían las caras en una cancha de fútbol desde diciembre de 1928 cuando jugaron por última vez en el viejo Parque Olivos. Desde ese momento, los dos cuadros tuvieron destinos absolutamente antagónicos pero las actuales circunstancias determinaron que se volvieran a enfrentar. Y casualmente, en el estadio que honra la memoria del primer gran crack de ambas camisetas.
Un nuevo fin de semana daba comienzo en Montevideo y el Prado capitalino emprendía su ritmo cotidiano de cada sábado primaveral. El movimiento de vehículos y personas se acrecentaba sobre media mañana en la calle Lucas Obes a raíz de los aficionados que llegaban al Estadio José Nasazzi para presenciar el partido entre el Club Atlético Bella Vista y el Centro Atlético Lito. Este encuentro correspondía a la cuarta fecha de la Serie B del Torneo Clausura de la Primera División Amateur y culminó con la victoria locataria por 2 a 0 con anotaciones de Andy Díaz (3´) y Jordan Mosquera (62´). Este cotejo, al igual que todo el campeonato de la vieja y entrañable C, pasó inadvertido para la amplia mayoría de la prensa especializada y por consiguiente, para el público futbolero en general. Una triste realidad del presente SXXI que resulta muy distante de aquellos tiempos en donde los diarios cubrían todos los partidos que se disputaban en la órbita de las competiciones de la Asociación Uruguaya de Fútbol sin importar categorías, escenarios deportivos ni escuadras que se enfrentaran. Este match entre papales y azules del pasado 9 de noviembre parecía ser uno más pero encerraba un significado muy especial para todos aquellos que conforman a estos dos clubes y para el fútbol uruguayo en su conjunto. Bella Vista y Lito volvían a encontrarse en una cancha de fútbol por una competición oficial de AUF luego de 96 años. El último antecedente entre ellos correspondía al 16 de diciembre de 1928 en el desaparecido Parque Olivos por la fecha N° 21 del campeonato uruguayo de primera división. El encuentro culminó con el triunfo papal por 3 a 1 y la suerte de los litenses comenzaba a estar sentenciada en aquella temporada. El cuadro del histórico café de Agraciada y Santa Fe perdió la categoría y comenzó a transitar un camino que lo condujo a dejar de competir en la Asociación en 1947. Por su parte, los auriblancos recorrieron un camino opuesto con diversos logros deportivos en diferentes etapas de la vida del club. Sin embargo, las actuales circunstancias de ambos equipos determinaron que volvieran a encontrarse en la Primera División Amateur y en la cancha que lleva el nombre del primer gran ídolo que tuvieron estos dos cuadros en sus inicios. Cosas del destino y de nuestro particular fútbol criollo.
DOS CUADROS NUEVOS POR AVENIDA AGRACIADA
Aquel Montevideo era tierra fértil para la generación espontánea de cuadros de fútbol en cada una de sus esquinas. Lito y Bella Vista fueron parte de este proceso de génesis clubista y nacieron a pocas cuadras de distancia por Avenida Agraciada. Los azules fueron fundados el 24 de julio de 1917 en el Café de Manuel “Lito” Semino de Agraciada y Santa Fe mientras que un grupo de vecinos de las inmediaciones de Bulevar Artigas y Agraciada crearon al club que porta los colores de la bandera del Vaticano el 4 de octubre de 1920. Esta es la principal hipótesis con respecto a la casaca bellavistense en función del apoyo que recibieron los gurises que se congregaban en la peluquería de Vicente Zibechi por parte del sacerdote Marino Guerra del Colegio Maturana. La ciudad estaba llena de equipos de fútbol porque jugar a la pelota en el campito más cercano era el principal entretenimiento de la muchachada. Pero Bella Vista y Lito sobresalieron rápidamente entre sus similares por la valiosa contribución a la trilogía mundialista de nuestro fútbol. Esa zona de la ciudad era un virtuoso manantial del cual emanaban virtuosos cracks y estos dos cuadros vecinos supieron capitalizar la captación de notables players que residían en sus inmediaciones. El primero de ellos fue José Nasazzi y uno de los momentos de mayor tensión entre azules y papales resultó cuando el Mariscal pidió pase para el cuadro de su barrio. Nasazzi llegó con 17 años a Lito y salió campeón de la División Extra en 1919 y de la División Intermedia en 1920. Ese mismo año se fundó Bella Vista y el joven José quería jugar con sus vecinos y amigos. Lito negó el pase y el gran capitán celeste no dio el brazo a torcer. Cumplió con la reglamentación establecida y se fue del ámbito asociacionista por un año para jugar en el Roland Moore de su villa natal de Peñarol. Luego de ello, Nasazzi pudo inscribirse en Bella Vista en 1922 y su nombre quedó inmortalizado hasta en el nombre del field del club. Otro de los olímpicos que vistió las dos camisetas vecinas fue el legendario Pedro «Vasco» Cea pero con un pasaje intermedio por el Club Nacional de Football entre ambas instituciones. Bella Vista y Lito lograron ocuparon en muy poco tiempo un lugar de relevancia en el plano futbolístico local pero el final de la década de 1920 tuvo desenlaces opuestos para ellos dos.
Publicación de El Plata del domingo 1 de julio de 1928 con el resultado del partido finalizado pocos minutos antes de que se publicara el ejemplar de esa tarde.
1928 EL COMIENZO DEL OCASO LITENSE
El año 1928 es uno de los más importantes en la rica historia de nuestro balompié al gestarse la segunda estrella que luce en la parte superior del escudo de la camiseta celeste. La selección uruguaya venció el día 13 de junio al combinado argentino por 2 a 1 y se consagró por segunda vez campeona del mundo al obtener una nueva medalla de oro. La delegación olímpica estuvo integrada por 23 jugadores y entre ellos se encontraban los ex litenses Juan Peregrino Anselmo y Héctor “Manco” Castro, “El Vasco” Cea (pidió pase de Lito a Nacional esa misma temporada), el ex papal José Leandro Andrade y los jugadores auriblancos José Nasazzi y Adhemar Canavessi. De forma simultánea a la gloria de Ámsterdam que ratificaba la hegemonía oriental en el escenario del fútbol mundial, la actividad doméstica continuaba con su proceso de reordenamiento tras el cisma de 1922. El campeonato uruguayo de 1928 estuvo integrado por 16 equipos y se jugó bajo el formato de todos contra todos a dos ruedas. No eran tiempos de tabla anual ni de promedios de descensos y todo se resolvía bien fácil. El club con más puntos se declaraba campeón y los últimos tres de la clasificación bajaban a la División Intermedia. Lito y Bella Vista habían obtenido sus mejores desempeños en los tiempos del cisma destacándose los papales en el ámbito asociacionista y los del Lito Cuadrado en la faz de la federación disidente liderada por Peñarol. (cabe acotar que Lito fue uno de los 3 clubes que integró la AUF y la FUF de forma simultánea). Los azules habían armado un “buen cuadro” para el torneo del 28 según los juicios emitidos por la prensa especializada pero perdía a un referente del club y del barrio como lo era Pedro Cea. Por su parte, Bella Vista contaba con una zaga exhuberante conformada por Nasazzi y Canavessi, más allá de que el Mariscal estuvo ausente por varios partidos, y al letal delantero Carbone. El torneo dio inicio a mediados de año y finalizó luego de los festejos del Carnaval de 1929. Este desfasaje del fixture con el año calendario ya se había convertido en una práctica habitual y cada diciembre finalizaba sin conocer al nuevo monarca de la temporada futbolística. Lito estaba plenamente consolidado en primera división pero aquel año fue el punto de inicio de una debacle que nadie podía imaginar. Las resultados adversos se fueron acumulando y la posibilidad de descender adquiría una dimensión real a medida que se acercaba el final de la competición, Así fue como aquel domingo de diciembre, en medio de las críticas por jugar con las altas temperaturas del epílogo primaveral, quienes asistieron al Parque Olivos estaban presenciando por última vez en sus vidas el enfrentamiento entre estos dos buenos vecinos.
Crónica de El Plata del lunes 17 de diciembre de 1928. La mala racha de resultados azules es el centro de la opinión futbolera de ese momento.
AL LITO «SE LE DIO VUELTA LA TABA»
Lito y Bella Vista jugaron por la séptima fecha del campeonato uruguayo de 1928 sobre el mediodía del domingo 1 de julio en el desaparecido Parque Salvo del barrio Capurro. El cotejo terminó 1 a 1 con goles de Olivera a los 15´ para los azules y de Dorado a los 26´ para el empate visitante. Los equipos continuaron con su camino por el torneo y disputaron la revancha de la segunda vuelta en pleno diciembre. El diario El Plata salía todas las tardes y realizaba una amplia cobertura periodística de diversas disciplinas deportivas. Tenía un gran alcance entre los lectores montevideanos y sus ediciones cumplían diversos roles. Uno de ellos, que resulta sumamente curioso en el presente, consistía en informar a los propios futbolistas quienes estaban convocados para los partidos y cuáles eran los puntos de concentración de las delegaciones para dirigirse a la cancha de turno de ese fin de semana. Este canal de comunicación era utilizado por todos los equipos y es por ello que se pueden encontrar en los ejemplares custodiados por las mayores hemerotecas de nuestro país los comunicados oficiales de Peñarol y Nacional dirigidos a sus respectivos planteles en los días previos a los encuentros. El sábado 15 de diciembre de 1928, Lito y Bella Vista cumplieron con el protocolo establecido y publicaron sus convocatorias para el partido que los iba a ver frente a frente por última vez. El anuncio de Lito fue denominado “La hueste azul” y rezaba que “el comando de Lito formó el siguiente equipo para enfrentar a Bella Vista : Marini, Repetto y Melogno; Grijo, Lobos y González; Cabanelas, Domínguez, Capuccio, Martínez e Ithurbide”. Por su parte Bella Vista estableció el siguiente mensaje: “Se cita a los jugadores Di Martino, Canavessi, Bonchiani, Aníbla y Pablo Dorado. Alberto Melogno, Peralta Romero, Formento, Lago, Marcenaro, Mijares, Lamas y Carbone, para que concurran mañana al field social, a las 16:30, a fin de realizar el partido fijado con el Club Lito”. Sin vueltas ni misterio, todos sabían quiénes iban a jugar al día siguiente.
Citación de Bella Vista en El Plata del sábado 15 de diciembre de 1928.
Los vecinos del barrio Bella Vista y de Arroyo Seco se dieron cita en el Parque Olivos para presenciar el juego abonando la suma de 20 centésimos para ingresar. Los litenses tenían la esperanza de cambiar la pisada para evitar el descenso mientras que los anfitriones pretendían seguir escalando lugares en la tabla de posiciones. El encuentro culminó 3 a 1 a favor de los locales y los ávidos lectores se enteraron de todo lo sucedido a través de la prensa el lunes 17 de diciembre. El cronista de El Plata, cuyo nombre no figura en el escrito, narró los principales hechos futbolísticos y pugilísticos acontecidos en la otrora cancha bellavistense. “Inició la lucha el team local con mucho entusiasmo logrando adjudicarse las primeras acciones, por la mejor organización de su línea de forwards. Carbone (…) una vez más fue el alma del quinteto auriblanco con sus pases justos y sus jugadas oportunísimas. Creó las situaciones más difíciles conquistando el primer goal de su equipo mediante un cabezaso espectacular e inatajable” Así fue como Bella Vista abrió el marcador y se adelantó en el score. Los visitantes sabían que la tabla se empezaba a complicar y no podían seguir relegando unidades. Fue así que “ Lito equilibró la lucha y organizó una serie de avances que llenaron de entusiasmo a todos los aficionados, debido a que siempre terminaron frente al arco de Di Martino y que si no prosperaron fue debido más nada a la mala suerte que acompañó a los ´azules´”. El cuadro liderado futbolísticamente por Capuccio se tiró arriba pero un nuevo balde de agua fría cayó sobre los litenses en la calurosa tarde decembrina “Un foul a treinta metros de la ciudadela visitante, ejecutado brillantemente por Canavessi, dio el segundo tanto a Bella Vista, inmerecidamente, por cierto, y un minuto antes de terminar la primera etapa Domínguez consiguió el único goal de Lito”. El primer tiempo culminó 2 a 1 a favor de Bella Vista pero el cronista volvió a enfatizar su disconformidad con este resultado transitorio al afirmar en su texto que “Lito, pasados los primeros minutos, actuó a la altura de su oponente, teniendo en su favor la ventaja de haber provocado las situaciones más peligrosas frente a las vallas. De ahí que consideramos injusto el resultado parcial, por cuanto un empate hubiera satisfecho plenamente a todos los circunstantes”.
Citación de Lito en El Plata del sábado 15 de diciembre de 1928.
El segundo tiempo dio inicio y las expectativas litenses de revertir las acciones se esfumaron cuando los papales convirtieron por tercera vez bajo protesta por off side. Resulta que “Canavessi ejecutó un foul a pocos pasos del área peligrosa, rebotando la ball en el cuerpo de un jugador de Lito. La pelota siguió su trayectoria hacia el arco, donde Martínez no pudo detenerla sino a medias, circunstancias que aprovechó Carbone pata incrustar el globo en la red. Lito protestó el tanto por supuesto offside del scorer, infracción que no existió puesto que además de haber jugado últimamente el arquero, el jugador atacante tenía dos hombres delante de si en el momento de adelantarse para shotear”. Esta completa descripción del hecho sucedido evidencia el valor de las plumas de aquellos nobles cronistas para producir en la mente de los lectores las escenas ilustrativas de aquellos partidos que no contaban con cámaras televisivas ni revisiones de VAR. El tercer gol locatario encolerizó a varios hinchas de Lito en la tribuna y a algunos jugadores que comenzaron a “meter hacha”. El juez Agustín Imbriago tuvo que detener varias veces el partido por escaramuzas tanto dentro como fuera de la cancha. En el propio campo de juego, Imbriago le solicitó a un futbolista de Lito retirarse a los camerinos tras un fuerte golpe propiciado a un adversario. El expulsado se negó a salir de la cancha y el referee decidió irse él ante el acto de desacato del jugador. Un grupo de futbolistas de ambos equipos fueron a buscar al juez para que retornara a sus funciones y le pidieron al deportista sancionado que aceptara la decisión arbitral (el cronista nunca especificó el nombre del jugador). Imbriago retornó a dirigir el encuentro pero pitó pocos minutos más por un nuevo incidente entre dos aficionados de Lito que se agarraron a golpes de puño. El juez no lo dudó y suspendió el partido. Luego de brindar algunos detalles de los incidentes acaecidos, el periodsita retomó el comentario del partido de fútbol y culminó diciendo que “a los ´azules´ les ocurre algo raro: con un conjunto que pasa de discreto y realiza performances encomiables, les resulta difícil vencer. Ayer jugó relativamente bien, equilibrando sus bondades con las del vencedor y, sin embargo, se les dio vuelta la taba”.
La tardecita iba cayendo sobre la ciudad en aquella jornada dominical que estaba envuelta en una atmósfera festiva ante el advenimiento de la Navidad y el inicio del receso escolar ante la clausura de los cursos ese mismo fin de semana. Los hinchas papales regresaron contentos al barrio donde reina la alegría mientras que los visitantes emprendieron el retorno a Arroyo Seco con la derrota a cuestas por Avenida Agraciada. Los comentarios sobre las acciones futbolísticas y pugilísticas sucedidas ese día continuaron durante la semana en los cafés, en los boliches y en la propia calle porque la cercanía de los dos barrios determinaba que la gente se cruzara en uno u otro lugar. Pero seguramente, lo que nadie comentó, fue que aquel partido iba a tener su revancha un siglo después.
Tabla de posiciones la finalizar la fecha N° 22 del Campeonato Uruguayo de 1928.
BELLA VISTA vs LITO. Sábado 9 de noviembre de 2024. 10:00 hs
Estadio José Nasazzi.
BELLA VISTA: Sebastián Medina, Jair Ferreira (88´ Damián Ruis), Andrés Pérez, Enzo Fernández, Juan Pablo Sandín (84´ NIcolás Freitas), Leandro Canet, Lucas Couto (72´ Facundo De Cuadro), Andy Díaz (72´ Gonzalo Viotti), Pablo Lemos y Jordan Mosquera (84´ Diego Sena). Suplentes: Santiago Cantos, Juna Manuel López Santiago Ballesteros, Maximiliano Caetano, Juna Mnauel Martín. D.T Martín Siri.
LITO: Matías Ghiringhelli, Danilo Bangueses, Matías Panzacchi, Felipe Celli, Francisco García, Agustín Albín (46´ Federico Estrella), Junior Silva (87´ Junior Gómez, Leandro Aguilera (60´ Mauricio Alfonso), Franco Albían, Álvaro Aschieri (60´ Fabrizio Garretano), Facundo Bravo (60´ Juna Escobar). Suplentes: Agustín Baubeta, Christian Cordero, Isaías Ramírez, Bruno Alcántara, Agustín Gelmi, DT: Javier Méndez.
JUECES: Mauricio Roldán, Gonzalo Morales y Sadán Rodríguez.
GOLES: 3´ Andy Díaz (BV) y 62´ Jordan Mosquera (BV).
El centenario club de La Unión celebra los 35 años de la obtención de su único título de la vieja Primera Divisional C. El equipo conducido por Miguel Piazza fue un animador constante del ascenso en la década de los años 80 y consiguió su segundo pasaje al fútbol profesional en la temporada de 1989 tras una actuación superlativa. Aquel triunfo deportivo fue sumamente justo y merecido y representó el acceso al período más glorioso de la institución. El club permaneció por un período de 20 años en el ámbito de la competición profesional y sigue siendo catalogado como una de las máximas revelaciones de nuestro fútbol cuando desembarcó en primera división. Eran tiempos felices aquellos en los que la gloria pasó por Camino Carrasco e hizo morada en los viejos campos de Basáñez.
Escribe: Federico Maritán
Transcurría la última página del calendario de setiembre y el ambiente primaveral había invadido la atmósfera capitalina. La campaña electoral calentaba los motores de cara a los comicios nacionales del último domingo de noviembre y los muros de la ciudad se pintaban de verde para promover el voto de apoyo a la derogación de la Ley de Caducidad. Días antes, la selección uruguaya clasificaba al mundial de Italia con la conducción técnica del maestro Tabárez y el liderazgo futbolístico de Ruben Sosa. “El Principito” había tenido una actuación épica ante Argentina en la semifinal de la Copa América de ese año y fue la máxima figura del triangular que condujo a la Celeste a la cita mundialista de 1990. La competencia local avanzaba a su ritmo en cada una de sus categorías y estaba atravesada por los problemas económicos emanados de la coyuntura deficitaria de nuestro fútbol. El negocio de la televisión para abonados aún no se había implementado por estas latitudes y algunos clubes comenzaban a manejar la idea de comercializar los goles de sus partidos a los canales privados. Un indicador contundente de que el profesionalismo requería de mayores recursos económicos y que ya no alcanzaba con manguear a los comerciantes del barrio, hacer rifas o esperar un auténtico milagro en la taquilla de cada fin de semana. En ese contexto fue que se disputó un nuevo campeonato de la C cuyas características pueden resultar muy disímiles al de la actual Primera División Amateur. Aquella competición estuvo compuesta por 11 instituciones que representaban en el campo de juego el palpitar por los colores de sus respectivas barriadas. Algo muy distante a la superposición de equipos del presente cuya existencia, en muchos casos, responden a intereses políticos del ámbito asociacionista y/o a intereses puramente económicos amparados jurídicamente en la figura de la Sociedad Anónima Deportiva (SAD). Es verdad que el mundo cambió y que la globalización también hizo su trabajo en el sentimiento de pertenencia al barrio. Los gurises están pendientes del fixture de la Champions y lucen las camisetas de los imperialistas clubes europeos o la blusa rosada del Inter de Miami por la presencia de Messi y Suárez en la franquicia que juega al soccer en Estados Unidos. Este fenómeno ha sido determinante para que los hinchas de antaño ,que ya no se encuentran por razones biológicas, no fueran sustituidos por las nuevas generaciones en las grisáceas gradas prefabricadas de las canchas del ascenso. Pero más allá de las diferencias y semejanzas que se pueden establecer a 35 años de aquel campeonato, el mismo sigue vivo en el alma de la afición rojinegra de las otroras tierras de Don Tomás Basáñez.
Miguel Ángel Piazza junto al presidente Julio Rodríguez le revelan a Atilio Garrido los secretos de los éxitos deportivos y sociales de Basáñez por esas horas.. Foto publicada el 4/10/89 en UN.
EN BUSCA DEL “PUCHERO”
Albion, Alto Perú, Basáñez, Huracán, Juventud, La luz, Oriental, Platense, Salus, Uruguay Montevideo y Villa Teresa fueron los clubes que pugnaron por el ascenso a la Primera Divisional B en 1989. La edición de últimas Noticias del sábado 13 de mayo destinó una página completa a la difusión de la competición que daba inicio ese fin de semana y fue categórico cuando hizo referencia al club rojinegro en el análisis previo. “El equipo ´grande´ de la divisional, el que impone el mayor respeto. Este año, comentan que puede ser el suyo. Basáñez fue fundado el 1 de abril de 1920. Su reducto prácticamente inexpugnable es llamado ´La Bombonera´ (…) Casualmente nunca fue campeón de la ´C´ y tampoco militó en la primera división”. Las dos deudas pendientes señaladas por el periodista fueron resarcidas en poco tiempo con la conquista del título de la C en esa misma temporada y el arribo a la máxima categoría de nuestro fútbol en el año 1994. Basáñez había sido un animador constante de la divisional en la década de los años 80 y por diversas razones no había conseguido subir a la B. Las sucesivas frustraciones en la concreción de este objetivo deportivo no erosionaron las esperanzas y el club siguió apostando a la conquista del anhelado sueño. Julio Rodríguez era el presidente de la institución y Sergio “Oreja” González ocupaba la vicepresidencia. Ambos directivos lideraron aquella comisión que trabajó de gran forma para fortalecer el patrimonio del club y presentar un equipo competitivo en cancha. La primera decisión que tomó Rodríguez consistió en ir a buscar a Miguel Piazza para que se hiciera cargo de la conducción técnica. “El Puchero” había realizado una gran campaña con Racing en la B en la temporada anterior a partir de la conformación de un muy buen plantel cuando “La Escuelita” de Sayago no tenía un peso. Rodríguez lo siguió hasta en el tablado que frecuentaba en carnaval y el prestigioso técnico culminó aceptando la oferta de dirigir al plantel superior rojinegro. “Hicimos prácticas de fútbol para conocer a los muchachos, como eran técnicamente, como estaban dotados, si tenían velocidad, dinámica, como cabeceaban. En fin, ver todos esos secretos del fútbol” comenzó declarando Piazza en una entrevista celebrada por Atilio Garrido a los pocos días de coronarse campeón de la divisional. Y continuó diciendo que “después comenzamos a traer gente para que se probara. Llegaron de todos lados, algunos que yo traje porque los conocía, como Cordero de Sud América, Richard Machado de Bella Vista; Amacoria y Laffera que Danubio había dejado libre (…) Vino Perreng de Cerro; Píriz de Cerrito pero iniciado en Danubio, Herrera también de Cerrito; Arrúa y Cabrera del interior. También libres de Danubio estaban Bueno, Silva y Argimón. Y del club quedaron Cardozo, Hernández, Dos Santos, San Martín y Castro. Otro que vino fue Padula, un zaguero de grandes condiciones de Central”. Así fue como “Puchero” ensambló un gran equipo cuyo único objetivo consistía en salir campeón. El grupo conformado estaba convencido de la meta trazada y llevó adelante una intensa pretemporada de 40 días para llegar de la mejor forma al inicio del torneo. ¡Querían hacer historia!
Basáñez se coronó campeón frente a Villa Teresa en el Capurro. Foto: Antonio García
EL CAMPEONATO Y EL SUEÑO EN MARCHA.
El torneo comenzó el domingo 14 de mayo y los clubes fueron divididos en dos series bajo el formato de todos contra todos, a dos ruedas y en régimen de local y visitante. Los primeros 3 de cada serie pasaban a la ronda final mientras que el resto daría por finalizada su actividad en la temporada. El precio general de las entradas fue fijado en N$ 500 y los menores de 14 años tenían libre acceso a los escenarios deportivos. Basáñez integró el grupo B junto a Alto Perú, Oriental, Platense y Salus y el ansiado debut se produjo en Nuevo París con un ajustado triunfo a domicilio. La segunda fecha resultó libre y el cuadro rojinegro retomó la actividad el 28 de mayo con un agónico empate del “Loco” Dos Santos en la hora en el Parque Oriental. La cuarta fecha indicó el primer encuentro de la temporada en La Bombonera frente a Alto Perú y culminó con una goleada por 6 a 1. A la semana siguiente, el futuro campeón también oficio de local ante Platense y se impuso a uno de sus clásicos adversarios del barrio Puerto Rico por 3 a 1. Las revanchas de la fase de grupo contaron con el empate 1 a 1 versus Salus, la victoria por 4 a 0 frente a Oriental, un segundo triunfo ante a Alto Perú por 3 a 0 y una rotunda goleada a Platense por 5 a 0. Basáñez culminó primero en la serie B con 14 puntos y un saldo favorable de 20 goles. La condición de favorito señalada por últimas Noticias en el inicio del torneo había sido ratificada en la primera parte del campeonato pero faltaba confirmarla en la etapa definitoria de la competición.
Basáñez, Oriental y Salus fueron los clasificados de la serie B mientras que La Luz, Villa Teresa y Huracán habían ocupado los tres primeros puestos en la serie A. El comienzo de la fase final se dio el 30 de julio y los de Camino Carrasco consiguieron un duro triunfo frente a La Luz en la desaparecida cancha ubicada a orillas del Miguelete. Este resultado fue considerado como un mojón muy importante porque el cuadro merengue había sido el ganador de su llave y era otro férreo candidato al título. Sin embargo, la algarabía por los buenos resultados se vio interrumpida a la semana siguiente cuando Salus se impuso por 1 a 0 en La Bombonera y le sacó el invicto al dueño de casa. Este resultado adverso fue un duro golpe pero el equipo retomó de forma rápida la senda de la victoria con un sólido 2 a 0 frente a Huracán en Paso de la Arena. La campaña continuó de forma exitosa con un 2 a 1 ante Villa Teresa, 1 a 0 versus Oriental, empate 1 a 1 contra La Luz (estos tres partidos consecutivos de local en Malvín Norte), una nueva victoria en Nuevo París por 3 a 2 y un contundente 5 a 0 frente Huracán en La Bombonera. En este partido, se produjo la curiosidad de que solo se jugó el primer tiempo porque los visitantes no salieron a disputar la segunda parte del encuentro. Basáñez se consolidaba como líder y el objetivo del ascenso estaba cada vez más cerca. El fixture y los resultados indicaban que con una victoria frente Villa Teresa se conquistaba el anhelado ascenso. Restaban tan solo 90 minutos para la gloria.
La tarde del 30 de setiembre de 1989 quedó grabada en el alma de los hinchas rojinegros. Foto: Antonio García.
VOLVIERON MAREADOS POR LA VUELTA EN EL CAPURRO
Los camiones partieron en caravana desde Camino Carrasco rumbo al Parque Capurro. El histórico escenario de Fénix fue la cancha fijada por los rojiblancos de la calle Islas Canarias para albergar el match. Era un encuentro decisivo y Últimas Noticias envío a un periodista y a un fotógrafo para realizar la cobertura mientras que CX 46 transmitió el partido en directo. La bulliciosa parcialidad de Basáñez arribó “por la ruta nueva” y se ubicó en la tribuna que le da la espalda a la bahía. La fiesta comenzaba temprano porque la cuarta división rojinegra también tenía serias posibilidades de coronarse como la mejor de su categoría. Los gurises no defraudaron y ganaron el preliminar y el campeonato. Los planteles del partido de fondo cruzaron al parque de enfrente para efectuar la entrada en calor y el ambiente se puso tenso desde los primeros movimientos. Algo que se vio reflejado en el primer minuto de juego cuando el local tuvo su primera tarjeta roja por un fuerte patadón. Villa Teresa estaba tercero en la tabla de posiciones pero ya no contaba con posibilidades de ascender. Los rojiblancos salieron a defender la causa del club pero propusieron un juego brusco que los condujo a terminar con 7 jugadores en el campo de juego. Basáñez tenía bien en claro cuál era su único propósito ese día y mantuvo la calma en todo momento. Administró las acciones del juego controlando a su rival y ejecutando algunos ataques hacia la valla contraria. El partido fue áspero, aburrido y sin mayor destaque técnico. El único componente emotivo oscilaba entre la conversión del ansiado gol visitante para emprender la vuelta olímpica o la capacidad del anfitrión para arruinarle la fiesta al líder de la tabla. Una cuestión que se dirimió a los 68´ de juego cuando Carlos Cardozo mandó a guardar la pelota en el arco de Villa Teresa. El grito de gol resonó bien fuerte desde Capurro hasta La Unión e hizo temblar a los cimientos de los edificios vecinos de la cacha de Fénix. La euforia contenida en los hinchas rojinegros por conseguir el pasaje al fútbol profesional se expandió como una onda sísmica y sacudió la parsimonia de la tarde montevideana. Faltaban veinte minutos y tan solo tenía que pasar el reloj. Villa Teresa siguió acumulando rojas y su capacidad de respuesta se vio tan disminuida como la cantidad de jugadores en cancha. El juez Moreira dio el pitazo final y la tribuna explotó. Los tres integrantes del cuerpo arbitral se retiraron del campo de juego bajo una catarata de insultos de los hinchas locales y una zapatilla vieja lanzada desde las gradas se convirtió en un misil que casi impactó en uno de los hombres vestidos de negro. Los jugadores y los dirigentes se mezclaron con los hinchas y entre todos conformaron un grupo homogéneo teñido por los colores de coraje y rebelión. Tan solo dos futbolistas debieron apartarse del emotivo festejo para ir hasta el vestuario a cumplir con el control antidoping. (si, aunque usted no lo crea hubo antidoping ese día). La caravana abandonó el Capurro para retornar a la Unión y continuar allí con los festejos. Basáñez se convertía en profesional.
¡Claro que se lo merecía! Basáñez fue un gran protagonista del ascenso en los años 80 y ganó con absoluta autoridad su lugar en el fútbol profesional.
“¿CUÁNTO TE PAGÓ PACO?”
Este era un grito habitual de los hinchas de los clubes adversarios de Basáñez hacia los jeuces de turno porque existían fuertes rumores de que Paco Casal ayudaba económicamente al club. El reconocido representante de futbolistas y empresario televisivo estaba en pleno auge de su actividad profesional a través de la gestión de notables fichajes de futbolistas uruguayos en el mercado europeo cuando tan solo podían enrolarse dos extranjeros en los equipos del viejo continente. Atilio Garrido le preguntó al presidente Rodríguez sobre este mito futbolístico y Julio no titubeó en la respuesta. “Me miró y me dijo, ´mirá Julio, vos subí a Basáñez a la B que a la A lo subo yo´. Yo cumplí, ahora le toca cumplir al Paco y como sé que es su meta y que lo que promete lo cumple, no tengo dudas de que de la mano del Paco y con la ayuda nosotros, Basáñez va a estar en primera división”. Aquel título de Basáñez representó el punto inicial del período más glorioso del club. El equipo se sostuvo por 20 años consecutivos en el fútbol profesional y logró jugar durante dos temporadas en la A. Su de0sembarco en el círculo de privilegio se dio en 1994 cuando se produjo el cambio de formato de la competición local y culminó siendo la revelación del primer Torneo Apertura. La Bombonera se vio rebozada de hinchas y vecinos en cada partido de primera y las filas rojinegras fueron defendidas por virtuosos futbolistas que nutrieron a los planteles de Nacional y Peñarol. Todo esto puede ser considerado algo muy lejano en el tiempo y que poco tiene que ver con el presente de la institución. Pero recordar estas epopeyas deportivas en la vida de un club pueden inspirar a construir un nuevo 1989 en el futuro próximo.
LA CAMPAÑA DE 1989
Primera fase.
14/5 Salus 1 BASÁÑEZ 2. Parque Salus. 28/5 Oriental 2 BASÁÑEZ 2. Parque Oriental. 4/6 BASÁÑEZ 6 Alto Perú 1 La Bombonera. 11/6 BASÁÑEZ 3 Platense 1. La Bombonera. 18/6 BASÁÑEZ 1 Salus 1. La Bombonera. 2/7 BASÁÑEZ 4 Oriental 0. La Bombonera 9/7 BASÁÑEZ 3 Alto Perú 0 La Bombonera. 16/7 BASÁÑEZ 5 Platense 0. La Bombonera.
Segunda fase
30/7 La Luz 1 BASÁÑEZ 2. Parque Rivero. 6/8 BASÁÑEZ 0 Salus 1. La Bombonera. 13/8 Huracán 0 BASÁÑEZ 3. Parque Bossio. 27/8 BASÁÑEZ 2 Villa Teresa 1. La Bombonera. 3/9 BASÁÑEZ 1 Oriental 0. La Bombonera. 10/9 BASÁÑEZ 1 La Luz 1. La Bombonera. 17/9 Salus 2 BASÁÑEZ 3. Parque Salus. 24/9 BASÁÑEZ 5 Huracán 0. La Bombonera. 30/9 Villa Teresa 0 BASÁÑEZ 1. Parque Capurro. 8/10 BASÁÑEZ 1 Oriental 1. La Bombonera.
El presente artículo se elaboró en base a la cobertura periodística llevada a cabo por últimas Noticias entre el 13 de mayo y el 10 de octubre de 1989. La autoría de la foto de portada corresponde a Antonio García.
Fue una de las transferencias más importantes que recibió el fútbol uruguayo en el año 2006. Se trataba de un delantero colombiano de categoría, que había jugado en la Premier League y que había defendido a su selección en Copa América, Eliminatorias y el Mundial Francia 1998.
La expectativa generada por su llegada, motivó que la presentación en la sede danubiana, fuera cubierta por gran cantidad de periodistas.
El hombre nacido en Quibdó y surgido en Deportivo Cali, llegó al club de la Curva de Maroñas, a pedido del entrenador de aquel momento, Gustavo Matosas. Cargaba sobre sus espaldas con una vasta trayectoria que incluía equipos de Colombia, Inglaterra, España, Bulgaria, Japón, Ecuador, etc., pero, además, y lo más importante, en todos los casos con buen suceso.
Por ejemplo, en el fútbol inglés disputó 115 partidos y marcó 56 goles entre 1997 y 2001. En tanto, con la Selección Colombia jugó 27 partidos y convirtió 5 goles, repartidos entre Copa América 1997 y 1999, Eliminatorias 1998 y 2002 y Mundial 1998.
Ricard, una vez adaptado al fútbol uruguayo, fue progresivamente mejorando sus producciones y aumentando la cantidad de goles en su haber, resultando factótum para la obtención del conjunto franjeado del Apertura 2006, Clausura 2007 y Campeonato Uruguayo 2006/07. En total convirtió 12 tantos.
Luego de finalizar el mencionado “Uruguayo”, partió al fútbol chino para jugar en el Shanghái Shenhua, donde también se destacó y en 2009 retornó a Danubio. En esta nueva etapa, no alcanzó a brillar, como la primera vez, pero hay que tener en cuenta, que el plantel ya no tenía la calidad de aquel que conducía Matosas. Igualmente jugó una decena de partidos y anotó 3 goles.
En sus dos etapas con la franja negra al pecho, logró tres títulos de campeón, jugó la Copa Libertadores y convirtió 15 goles en 38 partidos. Para muchos parciales danubianos es uno de los mejores extranjeros que pasaron por el club.
En el año 2010 se fue a Chile y tras jugar un año en Deportes Concepción, regresó a Colombia para jugar en Deportes Quindío y cerrar su carrera en el Cortuluá Fútbol Club.
Además de lo conseguido con Danubio, a su palmarés hay que agregarle los títulos de campeón de Colombia con Deportivo Cali y de Chipre con el club Apoel.
Tras veinte años de carrera profesional disputó en total, entre clubes y la selección cafetera, 573 partidos y anotó 217 goles dejando una gran imagen en el fútbol internacional.
Actualmente trabaja como entrenador de delanteros.
El reconocido periodista deportivo argentino Alejandro Fabbri desató la polémica al cuestionar la validez de las 2 estrellas mundialistas de 1924 y 1928 y al emitir un conjunto de afirmaciones carentes de sustentos documentados sobre la organización del mundial de 1930 y el comportamiento de los jugadores uruguayos en el transcurso del evento. La discusión en torno a los campeonatos de 1924 y 1928 es un tema laudado por FIFA pero muchas veces, entre propios y extraños, vuelven a escucharse voces que pretenden deslegitimar lo resuelto por el máximo ente rector del fútbol internacional. La obtención del primer campeonato del mundo a través de la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Colombes enardeció la rivalidad con nuestros vecinos argentinos. La celeste había conseguido un éxito deportivo inédito para el fútbol sudamericano y los porteños querían demostrar que podían ser campeones del mundo si vencían a los ganadores de la presea dorada.
Ambas asociaciones decidieron homenajear a los campeones mundiales y preparar el Torneo Sudamericano de noviembre de 1924 jugando un par de cotejos amistosos entre sí. El primero de estos partidos se disputó el 21 de setiembre en el Parque Central y culminó 1 a 1 tras el empate albiceleste en las postrimerías del encuentro. La revancha estaba pactada para el domingo próximo en Buenos Aires pero el match tuvo que ser reprogramado por el desborde del público argentino. Un indicador contundente de la enorme atracción que generaba la presencia de los olímpicos y la tensa rivalidad que había entre ambos combinados nacionales. Se veía venir que iba a pasar de todo.
Una foto del partido publicada en El Día.
LA REPROGRAMACIÓN DEL MATCH
El partido pactado para el 28 de setiembre de 1924 duró tan solo algunos minutos debido a que se tuvo que suspender por la invasión de los aficionados. El extinto estadio de Sportivo Barracas era el escenario que albergaba los encuentros más importantes de aquel entonces por tener una capacidad para 30 mil espectadores. Sin embargo, en aquella tarde asistieron cerca de 50 mil personas y las instalaciones se vieron absolutamente desbordadas. El público invadió el campo de juego y la policía no pudo disuadir a quienes habían adquirido sus boletos, a los que se colaron a través de los muros ni a los que provocaron avalanchas en la puerta de entrada. La dirigencia argentina le pidió a nuestros compatriotas que el partido se jugara el jueves 2 de octubre y la delegación uruguaya accedió a la solicitud.
El aplazamiento de 96 horas se debió a que se tuvieron que hacer algunos arreglos en la cancha tras los destrozos ocasionados por la gente. Uno de ellos fue colocar un tejido perimetral que separara a los espectadores del campo de juego. Como la idea era proteger a los jugadores campeones de Colombes se le llamó alambrado olímpico. Otra medida adoptada consistió en ejercer una supervisión más férreo del número de entradas puestas a la venta. Se ofrecieron menos de 30 mil tickets para evitar que se repitiera un nuevo desborde de aficionados y para que la policía pudiera tener un mayor control ante eventuales levantamientos. Pero el ambiente estaba “caldeado”, como se dice popularmente, y el tejido colocado no fue una barrera suficiente para evitar los infelices sucesos acaecidos.
PIEDRAS, BOTELLAS Y UN GOL DE CORNER. UNA JORNADA COMPLETITA.
Secuencia fotográfica del gol de córner al arquero olímpico. Se acuño la denominación de gol olímpico
El match se disputó en las primeras horas de la tarde y el calor de la incipiente primavera pegó fuerte tanto en los deportistas como en los espectadores. El público local estaba ávido por ver a los distinguidos campeones y como sus jugadores podían vencer a los olímpicos. El partido estuvo marcado desde el kick off por una rispidez mayor a la habitual que fue acompañada de forma concomitante por parte de quienes presenciaban las acciones desde la tribuna. El score se abrió a los 15 minutos tras un espectacular tiro de esquina ejecutado por el futbolista de Huracán Cesáreo Onzari que sorprendió por completo al guardameta Mazalli por el efecto que tomó el balón. Los espectadores demoraron en gritar el gol dado que la mayoría no sabía que la FIFA había habilitado unos meses atrás los goles convertidos directamente desde un corner. El juez uruguayo Ricardo Vallarino conocía la modificación reglamentaria que había sido notificada a la AFA días antes del encuentro y dio por válida la anotación. Debido a que el gol le fue realizado al arquero campeón, la prensa local bautizó de inmediato a la jugada como “gol olímpico”. Así surgió la tradicional denominación que se le atribuye a este tipo de goles convertidos desde una de las cuatro esquinas del campo de juego. Los celestes se fueron arriba con todo y consiguieron el empate transitorio a los 29´ por intermedio de “El Vasco” Pedro Cea. La primera parte culminó empatada pero el equipo albiceleste se adelantó nuevamente en el tanteador a los 53´ tras anotación de Domingo Tarasconi. Este resultado parcial se convirtió en el marcador final del encuentro que no llegó a su finalización con los dos equipos dentro de la cancha. Los uruguayos abandonaron el campo de juego a los 86´ para culminar en una bataola generalizada con varios hinchas porteños. Los futbolistas recibieron una verdadera lluvia de piedras y botellas durante todo el cotejo y no lograron controlar los impulsos de respuesta a los brutales ataques. Las agresiones fueron reconocidas por la prensa local pero el enfoque que se dio a los acontecimientos no fue exactamente el mismo a ambas orillas del Río de la Plata. Un hecho tan viejo como la misma rivalidad deportiva.
La euforia del público local por ver a su selección frente a los campeones del mundo generó los más diversos desmanes. Se erigió una contención que separó a los hinchas del campo de juego. Se había instalado el alambrado olímpico,
“LA ACTITUD INCULTA DEL PÚBLICO ARGENTINO EN EL MATCH DE AYER ”.
Este fue el título de la sección “Cultura física” del diario El Día en su edición vespertina del viernes 3 de octubre de 1924. Esta afirmación fue desarrollada por el cronista de turno a partir de las noticias que recibió el periódico de facción batllista en su redacción por la incipiente transmisión radial que emitió la Estación LOR en Argentina y que se escuchó a través de un receptor superheterodino de General Electric. El autor del escrito definió que “lo acontecido ayer en Sportivo Barracas no tiene precedentes en la historia del football rioplatense. Imagínese el lector a un público de treinta mil personas enfurecido como una inmensa jauría, traduciendo su furia en un continuo clamor de insultos y denuestos contra los deportistas que los honraban con su visita, y que no bastándole la agresión de palabra la emprende contra los once caballerescos e indefensos adversarios con una lluvia de pedradas y botellazos, y se tendrá la impresión de lo que fue el público argentino en el match de ayer”. Y continúa afirmando que “en el ambiente deportivo porteño existía un solo propósito; el propósito de ganarles – “aunque hubiera que valerse para ello de cualquier medio”. Más adelante, el autor establece el “contraste” con lo sucedido en el encuentro amistoso de setiembre en nuestro país. “ En el partido del 21 del pasado entre olímpicos y argentinos, éstos fueron sacados en andas del Parque Central por nuestro público”.
Por su parte, la prestigiosa revista El Gráfico dio su versión sobre los hechos expresando las siguientes sensaciones: “Pocas veces hemos experimentado en un campo de juego la impresión dolorosa, de desconcierto, que sufrimos ante el epílogo que tuvo el encuentro. Las escenas de guerrillas entre los campeones olímpicos y el público, aquella otra de Scarone luchando a brazo partido con los agentes de policía, procurando impedirle que abandonase el field, no tienen precedente en las luchas rioplatenses. De como se pudo llegar a esta exaltación y falta de buen tino, es lo que no nos explicamos, y si buscamos su origen debemos decir en honor a la verdad, que lo encontraríamos por igual en la conducta de ambas partes. No de otra manera se explica el juego algo brusco de los visitantes cuando comprobaron el poder del team argentino, como tampoco se explican las botellas y piedras que por tal causa les fueron arrojadas, sobre todo aquellas primeras dirigidas al arquero Mazalli, que ninguna participación tenía en las violentas intervenciones de sus compañeros”.
“Me sorprendió la actitud del público que contrasta con la forma fraternal con que recibimos a los argentinos en nuestro país días pasados. El retiro de la cancha se debió a que consideré anormales las condiciones en que se desarrollaba el partido”Palabras de José Nasazzi
Sin lugar a dudas, en ambas versiones queda establecido que la afición local tuvo un comportamiento muy hostil con los vigentes campeones del mundo. El cronista argentino pretendió justificarlo a través del juego brusco oriental. La pluma de El Día hizo referencia a los hechos contrastando la actitud de los aficionados uruguayos cuando se jugó el primer partido de esa serie de amistosos en Montevideo. A su vez, en el artículo del diario dirigido por la familia Batlle Pacheco aparece el siguiente pasaje: “El jugador Adolfo Celli se rompió una pierna al pretender rompérsela a Cea y el capitán olímpico autorizó a sus adversarios a reponer el jugador lesionado, galantería que jamás tuvieron los argentinos en innumerables casos análogos.” Este “gesto” de Nasazzi también fue reconocido por la prensa argentina porque aún no existían los cambios. Si un jugador lesionado debía salir de la cancha no tenía sustitución salvo que se estableciera un acuerdo como el mencionado en pleno desarrollo del match. Lo que si enfatizaron los diarios argentinos y fue omitido en El Día es que Celli sufrió fractura de tibia y peroné debido a la excesiva fuerza aplicada en la disputa del balón.
“No me dejaban correr, cuando pretendía marcar a Onzari me llovían las piedras y botellas…”
La vehemencia llegó a límites extremos y todo terminó de forma bochornosa. Los jugadores uruguayos se retiraron a los 86 minutos de la cancha y sus colegas albicelestes fueron a buscarlos para culminar el partido. Los celestes estaban entreverados en plena trifulca y los argentinos retornaron al campo de juego para permanecer en el mismo hasta el pitazo final y poder concretar la victoria tal cual lo establecía el reglamento.
Más allá de juzgamientos sobre la conducta de todos los involucrados en aquella jornada que pretendió ser de índole deportiva, la verdad es que la rivalidad futbolística entre los dos países bañados por las aguas del Estuario del Plata estaba sumamente instalada en la población. El público argentino festejó el triunfo sobre los campeones olímpicos con gran algarabía mientras que en la opinión pública uruguaya se pretendió explicar la derrota en base al comportamiento de los porteños. Las agresiones del público local fueron reconocidas por los propios argentinos pero la gran cuestión de fondo era lo que significaba ganar o perder el clásico partido. Los argentinos seguían lamentándose no haber viajado a Francia para participar del campeonato de Colombes mientras que los uruguayos si lo habían hecho con un rotundo éxito. Los hinchas celestes tuvieron la oportunidad de ostentar el orgullo de la gesta mundialista ante su tradicional adversario pero dicha intención se frustró con el empate en el Parque Central y perdiendo en Buenos Aires hasta con un gol de corner. En 1930, tras acumular su segunda derrota mundialista consecutiva con Uruguay entre la final de Ámsterdam 1928 y la de la Copa del Mundo de Montevideo, los argentinos pretendieron justificar la nueva derrota aludiendo a la hostilidad del público presente en el Estadio Centenario y las supuestas amenazas de los efectivos policiales actuantes en la tarde del 30 de julio. Nunca se podrá dictaminar con exactitud quienes tuvieron la razón en todos estos acontecimientos porque en cada orilla se dieron las versiones oportunas. Pero lo que si queda claro es que la pasión que generó el balompié en el Río de la Plata llevó a que uruguayos y argentinos experimentemos un indisoluble vínculo fraternal salvo, cuando nos cruzamos en una cancha de fútbol.
A los 35´ se produjo el cambio de Adolfo Celli por Ludovico Bidoglio debido a la fractura del primer referido.
Uruguay. Andrés Mazalli, José Nasazzi, Fermín Uriarte, José Leandro Andrade, Alfredo Zibechi, Pedro Zingone, Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Pedro Cea, Ángel Romano.
El gran líder del período más glorioso del balompié oriental jugó su último encuentro con el combinado nacional en las vísperas de la primavera de 1936. El Estadio Centenario estuvo colmado de espectadores para presenciar una nueva versión del clásico rioplatense y para ser testigos inmortales del último encuentro del mariscal con la casaca uruguaya. Nasazzi fue el líder innato del período más glorioso de nuestro fútbol y fue uno de los responsables directos para que la palabra victoria se tiñera de color celeste. La rispidez emanada de las sucesivas contiendas entre hermanos rioplatenses tuvo uno de sus puntos más álgidos luego de la final de Montevideo y ambos seleccionados dejaron de compartir el color celeste por algunos años de la década de 1930. Argentina se inclinó por una blusa blanca y Uruguay optó por la histórica casaca roja con la que se coronó campeón en Santa Beatriz, El combinado nacional continuó utilizando esa peculiar vestimenta por un tiempo más y generó algunos sucesos que pasan absolutamente inadvertidos en nuestros días. Uno de ellos, y capaz que el más significativo, es que el legendario capitán defendió por última vez la honorable causa celeste vestido de rojo.
José Nasazzi vistió por primera vez la maravillosa camiseta color cielo el 4 de noviembre de 1923 y nunca más se la sacó del alma. Aquella renovada selección uruguaya debutaba en el torneo Sudamericano frente a Paraguay y se imponía por 2 a 0 en el viejo Parque Central. Un mes después, el equipo uruguayo terminó conquistando su cuarta estrella continental y Atilio Narancio se puso en campaña para cumplir con su promesa de ir a jugar el campeonato olímpico de París. Nasazzi fue el líder indiscutido del período más glorioso que una selección nacional haya protagonizado en la historia del fútbol mundial y que ningún otro combinado podrá igualar en lo que resta de la eternidad. El joven muchacho oriundo de Villa Peñarol, y que recaló en el barrio Bella Vista luego del fallecimiento de su padre, fue un defensor exquisito cuyo legado superó lo estrictamente técnico. El mariscal fue el gran conductor de aquella distinguida generación de futbolistas y con su firme accionar configuró el perfil de la figura del capitán oriental. Su presencia en la trilogía mundialista entre los años 1924 y 1930 fue fundamental, tan solo estuvo ausente en la semifinal de Ámsterdam frente a Italia, y su destacada prestancia en la defensa uruguaya despertó un profundo sentimiento de respeto por parte de propios y extraños. Así sucedió con sus adversarios argentinos como el afamado Manuel “Nolo” Ferreira. Ambos capitanes fueron acérrimos adversarios en el campo de juego y grandes amigos del otro lado de la línea de cal.
El mariscal impuso su presencia en el área uruguaya.
Dos naciones futboleras separadas por mucho más que un río
La final del 30 de julio de 1930 representó un punto de quiebre en la actividad futbolística de Sudamérica. Los resquemores surgidos entre las naciones futboleras rioplatenses superaron el ámbito deportivo y las disputas llegaron a las más altas esferas diplomáticas. La presencia del color celeste en las dos camisetas fue un botín de disputa y ambas asociaciones optaron por no utilizarlo de forma provisoria. Argentina y Uruguay eran las dos grandes potencias del continente y sus diferencias repercutían de forma directa en el ámbito dirigencial de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) y en el calendario de la competición oficial. La consecución de torneos sudamericanos celebrados en la década de los años 20 se vio interrumpida de forma abrupta y su disputa recién se retomó en 1935. La Asociación Uruguaya fue una de las entidades que decidió concurrir a la cita continental y la delegación emprendió una auténtica travesía para llegar a tierras incaicas. Varios campeones del mundo habían culminado su participación en el combinado mientras que otros estaban cursando el epílogo de sus respectivas carreras deportivas. Nasazzi se desempeñaba como profesional en Nacional pero su vocación por servir la causa del combinado uruguayo seguía alimentada por el más puro sentimiento de aficionado. El Sudamericano de Lima significó el retorno de Uruguay a la competición oficial internacional y Nasazzi volvió a demostrar su condición de líder natural. Disputó los tres encuentros del certamen y acuñó, junto a sus experimentados compañeros, el mítico concepto de la garra charrúa. Así denominó la prensa de nuestro país al resonante triunfo del veterano equipo rojo frente a los habilidosos pibes porteños. Ahora sí, la era de Nasazzi había llegado a su punto cúlmine.
El tiempo pasaba pero el talento no. Nasazzi fue la figura de la tarde para volver a ganar el clásico
El año 1936 no tenía mayores novedades en el calendario futbolístico uruguayo al no asistir a los Juegos Olímpicos de Berlín. Dos enfrentamientos con el clásico rival rioplatense eran los puntos más destacados de la actividad del representativo nacional. El primero de estos encuentros se disputó en el estadio de Independiente y finalizó con la victoria local por 1 a 0. El gol argentino fue convertido por Alberto Zozaya y los porteños se quedaron con la Copa Juan R. Mignaburu el 9 de agosto. La revancha quedó establecida para el día 20 de setiembre en el Estadio Centenario por la Copa Héctor Rivadavia Gómez. La última victoria de los rojos uruguayos había sido en el sudamericano de Perú y los dirigentes asociacionistas, comandados por Raúl Jude, querían retornar a la senda del triunfo clásico. Este propósito los condujo a convocar a José Nasazzi para que defendiera la causa de nuestro balompié una vez más. El mariscal estaba disputando su penúltima temporada en el equipo tricolor y ya se había retirado de la actividad internacional. La citación sorprendió a la opinión pública y despertó varias incógnitas entre cronistas e hinchas. El eterno capitán aceptó el desafío y volvió a descender las escalinatas del Centenario para defender la casaca roja campeona de América.
Uno de los elementos novedosos de aquel encuentro fue la sustitución de jugadores en el transcurso del match.
La taquilla oficial indicó que se vendieron 42127 entradas y que la recaudación sumó la voluminosa cifra de $21480 pesos. El Centenario, con las dos tribunas cabeceras sin sus respectivos terceros anillos, estaba repleto de hinchas fervorosos por la obtención de una nueva victoria ante los argentinos. La inclusión de Nasazzi en el equipo titular representaba un gran atractivo pero su nivel de desempeño motivaba ciertas interrogantes en el análisis previo. Argentina arribó al Monumento Histórico del Fútbol Mundial con un equipo muy fuerte repleto de jóvenes figuras que habían irrumpido con mucha fuerza en el campeonato doméstico de la vecina orilla. Pero en la zaga uruguaya estaba el mariscal. Una verdadera garantía como en aquellos tiempos de esplendor en los que la selección nacional vestía de celeste.
“Nasazzi sigue siendo Nasazzi”
“El veterano campeón olímpico José Nasazzi encontró un nuevo motivo pararatificar sus aptitudes de campeón y la gran calidad de esa pasta amalgamada en tres competencia mundiales. Llamado nuevamente a integrar la zaga del seleccionado rojo, tuvo sus despliegues de antaño y el mismo espíritu de lucha, la misma agilidad mental y los mismos entusiasmos aportados en procura de otras conquistas más resonantes y preciadas en el mismo escenario donde recibiera el espaldarazo de su tercera conquista mundial consecutiva. El veterano zaguero albo puso el pecho a una delantera rejuvenecida aventando la peligrosidad de sus recursos con la férrea resistencia de su experiencia vigorosa. Su oportunismo y decisión inteligentemente aplicados, alcanzaron para solucionar todos aquellos problemas que se crearon a su valla especialmente en el juego por elevación, sus cabezazos formidables anularon todo peligro, defendiéndose bastante bien cuando las incursiones enemigas se sustentaron en el juego a ras de tierra que hicieron de común los García. Jamás descuido su colocación y tuvo quites certeros completando la labor defensiva con el kick fuerte y bien dirigido. Ante estas pruebas de eficacia que nos dispensa el mariscal Nasazzi, no vemos el momento en que conoceremos el extremo de su ´cuerda´. El nos dijo ayer que era su despedida del football internacional al que había vuelto por excepción (….) Los hechos han demostrado fehacientemente que, a pesar de todos los pesares, Nasazzi sigue siendo Nasazzi.”
Las palabras del cronista del diario El Plata del 21 de setiembre de 1936 ilustran a la perfección la última actuación del gran capitán aquella tarde en el Centenario. El mariscal sabía que la vida y el fútbol le regalaban un clásico más y no lo desaprovechó. Su desempeño en la defensa uruguaya fue sumamente eficaz para disminuir los furibundos ataques de los forwards porteños. El partido empezó cuesta arriba para los uruguayos y los argentinos se adelantaron en el marcador a los 15 minutos de juego a través de la conversión de Diego García. Los visitantes dominaron las acciones y subieron a los viejos vestuarios de la Tribuna Olímpica con ventaja en el score. El segundo tiempo fue muy parejo pero el combinado nacional logró imponer su plan. Nasazzi cerró la defensa roja y el equipo se lanzó al ataque sabiendo que el fondo estaba resguardado. Pedro Lago a los 67´ y Segundo Villadóniga a los 86´ fueron los autores de los goles que dieron vuelta el marcador y sentenciaron el resultado definitivo. Los uruguayos volvían a imponerse en el segundo clásico más longevo del planeta con el eterno capitán en el campo,
Nasazzi se despedía de la afición oriental con su sana costumbre de ganarle a los porteños.
Terminado el encuentro, el cronista de El Plata se dirigió a los camarines para obtener la palabra de los protagonistas. “En los vestuarios del team local todo era alegría y entusiasmo por el triunfo obtenido, y en ese ambiente, el veterano capitán Nasazzi se prestó gustoso a ofrecernos sus impresiones sobre el encuentro (….) El zaguero del Club Nacional, con esa experiencia adquirida en el curso de su larga campaña cumplida, comenzó por expresar que sus dirigidos habían respondido ampliamente a la confianza que en ellos se había depositado realizando la actuación que les cupo en el segundo período del match, lo que los llevó a paladear la victoria, que él considera merecida, ya que el cuadro porteño, ante la levantada de los rojos, estuvo muy lejos de repetir su labor del primer tiempo”. Por su parte, el capitán visitante también expresó su opinión al desaparecido diario El Plata y perpetuó su valoración sobre el cotejo. “Con respecto al desarrollo del encuentro, agregó Minella que en el primer período fue evidente el desempeño más convincente del conjunto argentino. Los forwards tuvieron en Nasazzi y Besuzzo a los más empeñosos y hábiles adversarios, pero que en la segunda etapa bajó su nivel de juego, como consecuencia de la reacción experimentada por sus contrarios”. Asimismo, Nasazzi y Minella fueron recíprocos en la corrección de sus adversarios, en la buena actuación del referee y en la destacada conducta de los espectadores durante el partido para que se viviera una auténtica fiesta deportiva.
El partido terminó, el bullicio de las tribunas se disipó y Nasazzi dejó sobre la banca su uniforme de casaca roja y short blanco. Tomó sus pertenencias y emprendió el retiro para cumplir con los compromisos restantes de la jornada. Seguramente, en lo más intimo de su fuero, emanaron los más diversos recuerdos de aquel muchacho de la industria del mármol que arribó a la primera práctica en el Parque Central para conformar la nueva selección que iba a disputar el Sudamericano de 1923. ¡Cuanto tiempo, cuántos partidos y cuánta gloria! Cuántos hechos destacados que trascendieron el ámbito deportivo y que se convirtieron en elementos relevantes de la identidad uruguaya. Un proceso repleto de hazañas que fue liderado por el mariscal, el gran capitán de nuestro fútbol. Una historia exitosa e inigualable que comenzó siendo celeste y terminó de color rojo.
*A los 7 días, Joosé Nasazzi jugó un partido internacional B con un combinado uruguayo en Rosario, Argentina.
Copa Héctor Rivadavia Gómez (2° edición)
Estadio Centenario.
20 de setiembre de 1936.
URUGUAY: Juan Besuzzo, José Nasazzi (C), Agenor Múñiz, Erebo Zunino, Álvaro Gestido, Galileo Chanes (45´´ Eugenio Galvalisi), Francisco Arispe (45´ Alberto Taboada) , Anibal Ciocca (55´ Severino Varela), Pedro Lago, Segundo Villadóniga, Eduardo Ithurbide. DT: Alberto Supicci.
ARGENTINA: Juan Estrada, Óscar Tarrío, Alberto Cuello (45´ Sabino Coletta), Alfredo Díaz, José María Minella, Aarón Wergifker,Ruben Cavadini (72´ Ricardo Alarcón), Francisco Varallo, Agustín Cosso, Diego García, Enrique García. DT Manuel Seoane.
Goles: 15´ Diego García (A), 67´ Pedro Lago (U), 86´ Segundo Villadóniga (U).
Con el reciente y puntual estreno de la firma estadounidense Nike en la camiseta del seleccionado nacional en la Copa América de 2024, consideramos que es un buen momento para repasar la historia de las empresas proveedoras del combinado a lo largo de la historia.
Uruguay lució Nike por primera vez y se suma a la larga lista de prestigiosas marcas que se han asociado a la Celeste.
Defendió a la celeste en el Mundial de Suiza de 1954 y en dos campeonatos sudamericanos. Figura de primer nivel de nuestro fútbol durante 15 años.
Un centre-half del viejo estilo con temperamento y técnica. Con un funcionamiento casi perfecto, lo cual le valió el apodo que lo acompañó toda la vida: “Martinica” en una deformación de “maquinita”.
Vivir en las cercanías del barrio “Las Acacias”, frente a la sede del Oriental, lo llevó a comenzar su carrera futbolística en ese club. Tras jugar en la “Extra” y la “Intermedia”, en 1949 lo compró Danubio en 200 pesos.
En el club de la Curva de Maroñas, lo recibió Hugo Bagnulo quien lo colocó como “back” izquierdo, haciendo pareja con Alejandro Morales, en un amistoso contra Basañez. Pasó la prueba y poco después, debutó oficialmente frente a Cerro.
Con solo 22 años de edad ya integraba la zaga titular de la franja, pero el destino le tenía marcado una nueva ubicación en la cancha. Tuvo que suplantar a un fenómeno como el “Pibe de Oro” Ernesto Lazzatti, cuando éste se retiró. Y… se convirtió en su mejor alumno. Desde aquel momento, jamás abandonó la posición de volante central, jugó al lado de “monstruos” como Romerito y “Cumba” Burgueño sin desentonar nunca.
Bagnulo le aconsejó que además de su natural juego estilizado, le agregara “pierna fuerte”. Esto cambió para bien su forma de jugar, sin dejar de tratar bien la pelota, adquirió presencia ganadora en el mediocampo, justamente donde debe imponerse “respeto”.
De cuna humilde, “Martinica” compartió -casi siempre- trabajo y fútbol en los tiempos que muy pocos profesionales ganaban lo suficiente para subsistir únicamente con el deporte. Se hizo un nombre sin rendirse y en una época en que, en el mismo puesto, abundaban los “cracks” de verdad como Obdulio Varela, Lorenzo Barreto, Omar Ferreira, el “barriga” Suárez, etc. Además, lidió con rivales de la talla del “Verdugo” Hohberg y “Pepe” Schiaffino.
En 1952, las destacadas actuaciones de Carballo despertaron el interés de Peñarol y Nacional para sumarlo a sus filas, finalmente y tras arduas negociaciones, los tricolores lo adquirieron en 47.129,50 pesos, transformándose en el “histórico” primer futbolista transferido por Danubio.
En el club de los “Céspedes”, jugó siete temporadas a gran nivel, ganando cuatro campeonatos uruguayos. Sus destacadas virtudes, también le permitieron defender a la selección uruguaya en los campeonatos sudamericanos de 1953 (Perú) y 1955 (Chile), además, fue mundialista en Suiza 1954, donde debió suplantar –nada menos- que al “negro jefe” Obdulio Varela en el denominado “partido del siglo” frente a los húngaros.
Agradecido de dos dirigentes, de su pasaje por Danubio a Hugo Forno (presidente histórico danubiano) y en Nacional para Santiago Brum Carbajal (presidente tricolor).
Futbolísticamente el reconocimiento para Lazzatti, Romerito, Burgueño, el “Manco” Castro, Ondino Viera y Héctor Scarone, quienes como compañeros o técnicos le ayudaron y enseñaron muchas cosas para moldear su carrera.
Casi desembarca en el club Sevilla de España, pero su pase se frustró a último momento. Cerrando su trayectoria jugó en Sud América y La Luz, para finalizar, aunque en la “Reserva” en Danubio con 34 años de edad.
Lamentablemente, Néstor Carballo falleció en un accidente de trabajo en la represa de “Salto Grande” en la década del ochenta.
Un grande que está en la historia de Danubio, Nacional y la selección uruguaya.