
En 1931 se disputó el primer campeonato de la era profesional en el fútbol argentino.
Como sucedería un año después en nuestro país, se confirmaba un período de «sinceramiento» en el balompié mundial cuando, a esas alturas, el amateurismo no era más que un cuasi inexistente ideal.
Es más, a no ser por la oficialización del régimen profesional y la celebración de contratos con sus derechos y obligaciones que daban rienda suelta a hablar y publicitar sin complejos cifras y montos de dinero, en nuestro país no mucho cambiaría en esencia a lo que ya se venía viendo en las canchas y en el diario vivir de los footballers.
Fue en ese contexto que el balompié argentino se vio tentado a «pescar» en el todavía «amateur» deporte uruguayo.
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