Fernando Morena y Waldemar Victorino son dos grandes referentes de la historia del fútbol uruguayo.
Uno con Peñarol, el otro con Nacional.
Goleadores empedernidos, aunque con distinta forma de jugar, conquistaron los máximos trofeos con sus clubes: además de diversos títulos locales, la Copa Libertadores y la Intercontinental.
En el caso de “Nando”, también es el máximo goleador de la historia aurinegra, institución a la que defendió entre 1973 y 1979, 19181 y 1984 y 1986. Para más datos: su gol al Cobreloa de Chile le dio a los mirasoles la final continental en 1982.
Victorino jugó menos años en Nacional (1979-1982), pero fue igualmente decisivo ya que también logró ser campeón uruguayo (1980), goleador del certamen local (1979) y campeón de América y del mundo con los tantos de la victoria ante Inter de Porto Alegre de Brasil (1980) y Nottingham Forrest de Inglaterra (jugada en 1981), respectivamente.
Los cien años de la epopeya de Colombes están a la vuelta de la esquina en el camino que traza el impiadoso pasaje del tiempo. Al igual que en 1492, los europeos no conocían lo que pasaba del otro lado del Atlántico y fueron aquellos notables futbolistas uruguayos quienes alumbraron una nueva forma de jugar a la pelota en el viejo continente. El combinado nacional debió emprender la inédita aventura sin poder seleccionar a muchos futbolistas por causa de las miserables rencillas políticas a nivel local. El cisma del fútbol uruguayo determinó que muchos clubes pasaran a conformar la incipiente Federación Uruguaya de Fútbol (FUF) y que sus futbolistas no tuvieran la posibilidad de embarcar en el “Desidare” para zarpar rumbo a Europa. Uno de los irradiados de aquella legendaria delegación fue Héctor Castro. Un joven delantero, cuyo nombre ya era reconocido en la afición montevideana, que recaló en Nacional (AUF) a fines de 1923 procedente del Lito de la FUF. Este traspaso le otorgaba de forma automática la condición de elegibilidad pero sin embargo, “El divino manco” no fue convocado para el torneo de Colombes. De esta forma, quedó inhabilitado por siempre para integrar el selecto grupo de tricampeones del mundo junto a Nasazzi, Cea, Petrone, Scarone, Urdinarán, Andrade y Pelé. Un hecho sin explicaciones concretas a casi un siglo del desarrollo de los acontecimientos.
“Fuerza, juego, viveza, gol”. Estas fueron las palabras escogidas por el eximio Diego Lucero para la tapa del fascículo N° 75 de Estrellas Deportivas publicado con la edición de El Diario del 21 de febrero de 1979. Un periodista notable que marcó un hito en la prensa del Río de la Plata combinando la magistral calidad de su pluma junto a las enseñanzas aprendidas en la universidad de la calle y en los campos de juego donde desempeño el oficio de footballer. Lucero fue un cronista completo que conmovió a los lectores con sus coberturas mas antagónicas. Desde todos los mundiales celebrados entre 1930 y 1994 hasta las atrocidades cometidas en los hechos espeluznantes de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial. En ese transcurrir virtuoso por la redacción de la vida, fue compañero y amigo de Castro- llegaron a jugar juntos en Lito Cuadrado y en Nacional- y supo definirlo a la perfección cuando escribió que “el Manco era goleador nato y un laburante en el equipo, un peón, un trabajador incansable en la cancha, incansable e indomable”.
“El Manquito” nació el 29 de noviembre de 1904 y es hasta nuestros días uno de los hijos predilectos de La Aguada. Su casa natal estaba ubicada en Avenida Agraciada entre Marcelino Sosa y el Camino al Reducto-actual Avenida General San Martín- en la misma vereda donde funcionaba el Biógrafo Uruguayo y el café donde paraban los hinchas, socios, dirigentes y jugadores del Club Belgrano. Castro se crió como cualquier niño de su época en el contexto de un barrio que contemplaba con asombro como empezaba a levantarse el monumental Palacio Legislativo. Allí, en el cruce de caminos ubicado a tan solo cien metros de su domicilio, se construía una de las mayores obras arquitectónicas de nuestro país de todos los tiempos. Un edificio extraordinario que fue inaugurado en 1925. Casualmente, el mismo año en que “El Manco” se consolidó internacionalmente en la delantera del Club Nacional de Football durante la famosa gira tricolor por Europa.
Fue un muchacho de barrio que disfrutaba de los entretenimientos de su época tales como jugar al fútbol, bailar tango y pasar un buen rato con su barra en el Bar Caperton de Reducto y Yatay y en la Cervecería Uruguaya, situada a pocos metros sobre esta última calle que recuerda a la localidad donde se desató una de las batallas más sangrientas de la fratricida Guerra del Paraguay. Héctor fue un botija alegre que mamó los valores promulgados en una casa de puertas abiertas para todos los compañeros y amigos que recalaban allí. Un gurí muy querido por sus hermanas y por la vieja, quien lo siguió a todas las canchas y siempre lo alentó desde el graderío. Trabajó como yelero al terminar la escuela para un repartidor de hielo de la vecina Cervecería Montevideana y luego se convirtió en funcionario de la UTE para tener el mango seguro que garantiza todo empleo público.
A pocas cuadras de su casa, como rumbo hacia el Paso del Molino, se encontraba por Avenida Agraciada el Café de Manuel “Lito” Semino. Un punto de referencia insoslayable que dio origen al Centro Atlético Lito de casaca azul, vivos rojos y short blanco. Este equipo, que latió al ritmo de las infinitas tertulias protagonizadas por los parroquianos concurrentes al comercio, cumplió en sus orígenes un rol fundamental en la gesta de las grandes conquistas de nuestro balompié. El Lito fue el cuadro que captó- como se dice hoy en día- a un joven de nariz aguileña llamado Nasazzi, al chiquilín de ascendencia vasca de nombre Pedro Cea, al botija que repartía hielo de apellido Castro y a otras grandes figuras de esos tiempos. Se puede afirmar que en el Lito andaban bien para vichar jugadores.
EL DEBUT
Héctor llegó a la primera del Lito en 1920 con tan solo 15 primaveras en su haber. Un gurí guapo que comenzó a deslumbrar con sus cualidades aeróbicas pese a no contar con su mano derecha tras un accidente con una filosa sierra en un taller de carpintería. Pero claro, aquel manquito era un adolescente y tenía por delante otros compañeros de admirable valía con mayor edad. En 1922, se efectivizó el cisma del fútbol uruguayo que se venía gestando a través de la expulsión de Peñarol y de Central de la esfera asociacionista. Esto determinó una profunda crisis política que condujo a la creación espontánea de la FUF. Varios equipos abandonaron la antigua “League” para afiliarse a la novel federación, otros cuadros fueron creados con el fin de integrar la máxima categoría de la nueva organización y algunos clubes, como en el caso de Lito, atravesaron un profundo debate sobre que hacer al respecto. La discusión en la interna del club del café de Semino fue intensa y finalizó con la división del cuadro. Por un lado, los más reglamentaristas permanecieron en la órbita de la AUF y siguieron identificados con la insignia delimitada por un círculo. Por otra parte, la facción disidente emigró hacia la FUF conservando el mismo escudo pero con la variante de que el referido círculo fue sustituido por un cuadrado. De esta forma, ambos equipos pasaron a identificarse de inmediato como el Lito Redondo (AUF) y el Lito Cuadrado (FUF). Este escenario de ruptura tuvo un halo catastrófico para el club en general pero representó una gran oportunidad para Castro. Su pasaje al bando de los cuadrados le dio la posibilidad de jugar un mayor número de encuentros debido a que varios de los que lo “taponeaban” para ser titular, permanecieron del lado de los redondos. “El Manco” no lo dudó y se cambió. Asumió las posibles consecuencias negativas de la decisión y comenzó a forjar su nombre en base de goles y de destacadas actuaciones en el campeonato de la federación
En 1923, el Lito Cuadrado culminó en la tercera posición con 50 unidades tras el campeón Atlético Wanderers (división de Montevideo Wanderers) y Peñarol. Ese torneo estuvo constituido por la particular cantidad de 32 escuadras que compitieron todas contra todas a una sola rueda. Castro fue una figura descollante y recibió su primera citación para conformar la selección de la FUF que jugó contra un combinado nacional chileno y frente al representativo de los escindidos argentinos (la mayoría eran los clubes considerados tradicionalmente como grandes) en el cisma sucedido en la otra orilla del estuario. El muchacho del muñón derecho era un jugadorazo y muchos pretendían contar con su concurso entre sus filas. Sus ex compañeros de la facción de los redondos lo invitaban a volver pero Nacional salió al cruce en medio de un anárquico mercado de pases. Parecía que había llegado la hora de un desafío tan grande como el mismo prestigio del club de los hermanos Caprario, de los hermanos Céspedes y de tantos otros grandes futbolistas que ya rayaban a gran altura. Los bolsilludos tenían un plantel de gran jerarquía y no resultaba una empresa fácil ganarse un lugar en esa oncena. Pero “El Manco” tenía un gran coraje y solo eludía a los rivales. El desafío fue muy bienvenido y mudó su arte al cuadro de Camino Cibils.
SU INCORPORACIÓN A NACIONAL. EL RETORNO A LA AUF Y SU AJUSTE A LA REGLA DE ELEGIBILIDAD.
El campeonato uruguayo de 1923 se desarrolló entre el 19 de abril de ese año y los primeros días de febrero de 1924. Fue disputado por 12 clubes que jugaron a dos ruedas todos contra todos. El torneo contó tan solo con 22 fechas pero existieron varias paralizaciones que dilataron su extensión en el tiempo. La más larga de ellas fue la ocurrida durante la primavera debido a la celebración del séptimo campeonato sudamericano en el Parque Central. La máxima competencia continental se disputó entre el 4 de noviembre y el 2 de diciembre de 1923 y finalizó con la coronación de Uruguay como el mejor del sur de las Américas. Este nuevo lauro generó una gran algarabía entre los hinchas porque trajo consigo la aparición de nuevos baluartes que renovaron la ilusión. Un grupo de nóveles futbolistas que integraban de forma exclusiva los clubes que permanecían afiliados a la asociación. El sudamericano de ese año fue un éxito deportivo mayúsculo cuyas consecuencias trascendieron el mero evento. El logró alcanzado propulsó el sueño de Atilio Narancio de viajar a los Juegos Olímpicos de París, lo cual, significó uno de los hechos más revolucionarios en la historia del fútbol. La presentación de la celeste en esas tierras del norte fue la primera gran demostración dada a los europeos de lo bien que se practicaba este juego por aquí en el sur. Y a su vez, a partir del rango de mundial que ostento el torneo olímpico de 1924, el fútbol se convirtió formalmente en un deporte global. No era más una propiedad británica o europea.
Luego del receso mencionado por la disputa de la Copa América, Héctor Castro llegó a Nacional procedente del Lito cuadrado de la FUF. El sitio estadístico nacionalófilo atilio.uy establece que su debut con los tricolores fue el 23 de diciembre de 1923 en un partido amistoso frente a una selección uruguaya (no hay registro en la sección estadística de la AUF al respecto). A continuación, la misma fuente de información define que el debut oficial de Castro fue el 8 de junio de 1924 ante el Club Belgrano (0-0) por el campeonato uruguayo.
La coexistencia de dos entes rectores de la actividad futbolera generó un gran caos administrativo que se manifestó de mayor forma en lo referido a los vínculos de los jugadores con los clubes. El campeonato de 1923 fue muy parejo y Nacional no iba a arriesgar la obtención de su décimo título uruguayo por la pérdida de puntos ante un caso de alineación indebida. Este parece ser el argumento más lógico que justifique la marginación del gurí de La Aguada en los últimos partidos oficiales de la temporada del 23 que se jugaron en el verano de 1924. Ahora bien, una vez culminada la actividad oficial de 1923, Castro ya podía ser legítimamente inscripto en Nacional y por ende, pasaba de forma automática a tener la condición de elegible para la selección de la AUF, La única reconocida por CONMEBOL y por FIFA (organismo al cual la AUF se afilió de forma estratégica en 1923 a través de la gestión de Enrique Buero). El Desidare tenía fijada como fecha de partida el 16 de marzo de 1924 y la delegación oriental conformada por 20 jugadores, los delegados Asdrúbal Casas y Enrique Buero, (luego se integró Casto Martínez Laguarda), el masajista Ernesto Fígoli y el referee Atilio Minoli iban a protagonizar la travesía que transformó para siempre la historia del fútbol mundial y del Uruguay como país en si mismo. Y ante la magnificencia de lo ocurrido vale hacer la siguiente pregunta; ¿Por qué no hubo un pasaje a nombre de Héctor Castro?
EN LA CANCHA DE LAS HIPÓTESIS
Ni el propio Diego Lucero tenía la respuesta sobre las causas que dejaron a “El Manco” en Montevideo durante los Juegos Olímpicos de París. Lucero era un memorioso exhausto cuyos archivos con los más distintivos recuerdos habían sido confeccionados por diversas experiencias compartidas con los principales personajes contemporáneas a su existir. Pero en este punto confiesa estar en el “cero absoluto”. Él mismo planteó la duda en el transcurso del texto del ejemplar de Estrellas Deportivas referido al principio y reconoce la complejidad de avanzar en una respuesta certera debido a la enorme cantidad de protagonistas fallecidos en ese entonces. Casi un siglo después, se pueden desplegar algunas hipótesis que brinden una tenue luz a la verdad.
El primer elemento al cual se acude es al meramente reglamentario. Más allá del desorden con respecto a los pasajes de los jugadores de clubes de la asociación a la federación y viceversa, Castro ya era pasible de ser seleccionado tras culminar la temporada oficial de 1923. El Manco era jugador tricolor desde diciembre de ese año pero no fue utilizado en partidos oficiales para que no existieran, a pesar del caos imperante, interpretaciones reglamentarias que sancionaran a Nacional con la pérdida de puntos en la tabla de posiciones. Recordemos que por aquellos tiempos, los resultados en la cancha de muchos partidos eran revertidos en los escritorios de la liga a través de los habilidosos delegados de los diversos equipos. Verdaderos expertos en el manejo de los articulados cuyos actos administrativos y políticos eran tan valiosos como los goles anotados en un campo de juego.
Entre la finalización del campeonato local en febrero de 1924 y la partida del Desidare del Puerto de Montevideo transcurrió aproximadamente un mes. Un razonamiento absolutamente comprensible es que el capitán Nasazzi y los dirigentes iban a seleccionar a la misma base de jugadores campeones de América en el Parque Central. Sin embargo, se produjo un hecho inesperado consistente en la deserción de Ladislao Pérez. El delantero bohemio (del Wanderers asociacionista claro está) decidió no viajar por cuestiones vinculadas a la travesía marítima. Las dudas surgidas en el seno íntimo del jugador fueron acompañadas por el ofrecimiento de Peñarol de incoprorarse a su plantel principal en tiendas federacionistas. Pérez defendió la casaca aurinegra hasta 1931 pero nunca más se puso la celeste. Tan solo quedaron registrados en el formulario de la memoria los 3 partidos que disputó con la selección en el Sudamericano de 1923. Su repentina ausencia dejó libre un cupo en la vanguardia pero ni Nasazzi ni los dirigentes pensaron en el joven Héctor para completarlo.
Lo anteriormente narrado se basa en las estadísticas del sitio atilio.uy (estadísticas del Club Nacional de Football) y en lo escrito por Diego Lucero en el ejemplar N° 79 de la colección Estrellas Deportivas. Este maestro del periodismo fue compañero de «El Manco» en el Lito Cuadrado y en Nacional y afirmó que el delantero había emigrado a los tricolores en diciembre de 1923. Por su parte, existe otra versión contrapuesta en el libro Centro Atlético Lito. Gloria del fútbol uruguayo de Juan Carlos Opisso y Julio Mut. En esa obra recopilatoria de la rica historia del club de Arroyo Seco se establece que Castro alineó en «algunas integraciones de 1924» sin determinar la fecha exacta. En caso de ser así, Héctor habría jugado esos partidos con Lito en los meses previos a su debut oficial con los albos el día 8 de junio. Ante este nuevo elemento, las preguntas se formulan de modo inmediato. ¿»El Manco no fue elegido para integrar la delegación olímpica de 1924 por seguir manteniendo vínculos con un cuadro de la FUF al momento de definirse la lista de viajeros? ¿Aprovechó el desorden reglamentario para jugar de forma simultánea en el cuadro del barrio junto a sus amigos y en una grande de nuestro fútbol como ya lo era Nacional? Las respuestas, no se saben. Pero si existe un dato que aflora con mayor claridad en lo que concierne al arribo de Castro a la selección de la AUF. En la primavera de 1924 se jugó nuevamente el Torneo Sudamericano en el Parque Central ante la imposibilidad de Paraguay de cumplir con su compromiso de ser anfitrión. Héctor defendía de forma oficial a los tricolores por la Copa Uruguaya de la AUF y no fue citado para el certamen continental. Se ve que para «El Mariscal», todavía no era el momento preciso para que su ex compañero de Lito vistiera la casaca celeste oficial del país.
Otra gran hipótesis que está sustentada en su edad. “El Manco” tenía 19 años y algunos meses al momento de confeccionarse la lista de la delegación definitiva. Otorgarle la enorme responsabilidad de defender a Uruguay en un torneo de tal envergadura, que resultaba una experiencia inédita hasta ese momento para todos los actores del fútbol criollo, puede haber sido interpretado como un hecho que no correspondía para un chico que aún no llegaba a los 20 años. Algo que se puede considerar razonable y lógico teniendo en cuenta que Héctor estaba en los albores de su trayectoria futbolística. Ahora bien, el delantero de Charley Pedro Petrone fue campeón sudamericano en el 23 y cumplió 19 años en suelo francés el 11 de mayo. Perucho convirtió 7 goles en Colombes y culminó siendo el goleador del certamen. Por lo tanto, este ejemplo añade la conclusión de que la no convocatoria de Castro no estuvo asociada a la fecha que rezaba su partida de nacimiento.
LO CIERTO
Es que Castro no asistió a Colombes y quedó afuera del selecto grupo de tricampeones del mundo que conforman Nasazzi, Urdinarán, Cea, Scarone, Andrade, Petrone y Pelé. El Manco fue un jugador exuberante que marcó la historia tricolor, tanto de un lado como del otro de la línea de cal, y colaboró de forma fundamental para bordar la segunda y la tercer estrella en el escudo de nuestra querida camiseta celeste. Integró la delantera oriental en aquellas tardes gloriosas de nuestro balompié aportando su calidad técnica, su inteligencia táctica, su valentía, su compromiso con la causa y su rebeldía frente a la adversidad. Y vaya que supo rebelarse ante los obstáculos cuando tuvo que defenderse desde chico con una sola mano tras aquel accidente en la carpintería. ¡Ese fue “El manco”! El que convirtió el primer gol en la historia del Estadio Centenario en el arco de la Colombes a los 60 minutos de juego cuando no salía nada frente a los peruanos el 18 de julio de 1930 y ell que selló el marcador del inolvidable 30 de julio ante los porteños. El que siguió defendiendo a nuestro fútbol aunque estuviera vestido de rojo y que supo desacelerar a los veloces pibes argentinos en Santa Beatriz en 1935. Un auténtico crack de aquellos tiempos de yeleros, de bares en cada esquina y de mucha alegría por jugar a la pelota.
LA DEL ESTRIBO.
Castro estuvo presente en la inauguración del Estadio Centenario con el estreno de Uruguay en la Copa del Mundo de Montevideo. La celeste jugó muy mal ese día pero logró triunfar 1 a 0 con gol de su autoría. Para el siguiente partido versus Rumania se produjeron modificaciones en la delantera y Castro fue sustituido por Juan Peregrino Anselmo. El resultado fue a favor por 4 a 0 y la modificación se sostuvo para la semifinal contra Yugoslavia que terminó con una aplastante goleada oriental por 6 a 1. La selección cumplía ante su pueblo con su condición de favorita para llegar a la final junto a su eterno rival rioplatense. Era el momento del partido decisivo y se tenía que armar el equipo. Existía un gran debate en todos los ámbitos de opinión sobre la incorporación de «El Manco» en el equipo titular. Castro y Anselmo se conocían por vivir relativamente cerca (uno en La Aguada y el otro en Capurro), por haber compartido delantera en Lito Cuadrado y por ser compañeros de la UTE. Pero el perfil de ambos era absolutamente opuesto en el sentido de que a Anselmo se lo definía como un «jugador de 10 minutos» por demostrar su enorme talento en medidas concentradas. Nasazzi tenía que tomar una decisión. Diego Lucero estaba presente en la concentración del actual chalet de River Plate y fue testigo de aquel diálogo que resolvió el asunto. Anselmo- quien había convertido 1 gol ante los rumanos y otros 2 ante los yugoslavos- se adelantó y dijo: «A mi entender, el centrofoward tiene que ser ´El Manco´. Castro fue titular y figura en la final del 30. Otro fútbol, otros jugadores y otros periodistas también.
Con Uruguay: Debutó el 17/10/1926 vs Chile por la Copa América y jugó su último partido con la celeste el 15/8/1935 por la Copa Juan R. Mignaburu. Totalizó le suma de 23 encuentros y marcó 15 goles.
Campeón de América en 1926 y 1935, campeón olímpico y del mundo en 1928 y campeón de la Copa del Mundo de la FIFA en 1930.
Fue director técnico del combinado nacional en las Copas de América de 1947 y 1959 (edición de abril jugada en Buenos Aires).
fuente de información: auf.org.uy
Trayectoria clubes
Lito 1920-1921, Lito Cuadrado 1922-1923, Nacional 1923-1931, Estudiantes de La Plata 1932-1933, Nacional 1933-1939. También integró el plantel de Bella Vista durante la gira por América que realizaron los papales entre diciembre de 1930 y abril de 1931
Director técnico de Nacional desde 1939 a 1946 (ganador del Quinquenio de Oro entre 1939 y 1943) y de 1952 a 1954.
Entre 1928 y 1931, Peñarol disfrutó de un mediocampo de ensueño que lo tenía todo: técnica, garra y calidad.
El mismo estaba conformado por el campeón de América y del mundo Lorenzo Fernández como centre-half, el campeón del mundo Álvaro Gestido como halve izquierdo, y el destacado halve derecho Gildeón Silva.
Por su actuación en Peñarol, que le reportó al club los títulos de campeón uruguayo de 1928 y 1929, el tridente fue denominado “Cortina metálica”, ese dispositivo de seguridad que se mantiene hasta hoy en día y que representa la imposibilidad de penetrar por sus férreos dominios.
No es ninguna novedad señalar que la pandemia desatada por el virus COVID-19 impactó prácticamente en todo el mundo y en diferentes órdenes de nuestra vida cotidiana. El deporte en su totalidad debió hacer una pausa y varios eventos fueron postergados a raíz de la irrupción del Coronavirus. Por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Tokio, previstos para mediados de 2020, debieron aplazarse por un año. El fútbol, materia que nos convoca en este caso, no estuvo ajeno a la problemática sanitaria y también sufrió cambios en su agenda internacional. Algunos torneos como la Eurocopa y la Copa América debieron reprogramarse para el 2021. Y otros, como los campeonatos juveniles, lamentablemente fueron cancelados de forma definitiva. Quedó una generación «perdida» que desafortunadamente no tuvo competencia continental ni mundial hace dos años. Ahora bien, superada esa fase crítica de la pandemia, la actividad se fue normalizando y el inicio del 2023 nos devuelve la chance de observar a los diferentes combinados juveniles de nuestro continente, quienes participarán de la trigésima edición del Campeonato Sudamericano Sub 20 que tendrá lugar en COLOMBIA del 19 de enero al 12 de febrero. A continuación repasaremos datos relacionados a la historia de este certamen, haciendo énfasis en las actuaciones orientales.
El dominio celeste
El primer Campeonato Sudamericano Juvenil se desarrolló en VENEZUELA en el año 1954, estableciéndose en ese momento la edad de 19 años como tope para los futbolistas intervinientes. Este requisito se mantuvo hasta el séptimo campeonato jugado en PERÚ, en el año 1975. A posteriori se fijaron los 20 años como el límite etario para que los diferentes jugadores pudieran ser convocados. URUGUAY por aquel tiempo ya había logrado sus cuatro consagraciones mundiales a nivel de selecciones absolutas y, además, en su haber figuraban ocho títulos que lo encumbraron como el mejor de América. Siendo fiel a su rica historia, La Celeste también forjó una notoria supremacía en los inicios de este evento juvenil. No solo se quedó con el primer título en disputa, sino que además se erigió como tricampeón al obtener la copa en las siguientes ediciones realizadas en los años 1958 y 1964.
Como señaláramos anteriormente, el puntapié inicial del fútbol juvenil se dio en tierras venezolanas, más precisamente en Caracas. El estadio Olímpico de la Universidad Central de VENEZUELA hospedó los 19 cotejos del campeonato que se jugó entre el 22 de marzo y el 13 de abril de 1954. Participaron ocho de las diez selecciones de CONMEBOL (las ausentes fueron ARGENTINA y BOLIVIA) más PANAMÁ como escuadra invitada. Los Charrúas, dirigidos por Gerardo Spósito, fueron los encargados de inaugurar la competencia, igualando 1 a 1 ante el conjunto colombiano en el marco del Grupo A. El primer gol celeste fue obra de Enrique Laitano, futbolista del denominado Club Atlético Defensor. Posteriormente URUGUAY hilvanó dos victorias las cuales determinaron que la representación nacional ganara su serie y avanzara a la ronda final. Primero goleó a ECUADOR (4-1) y luego superó a la selección chilena (2-0). Por su parte, BRASIL fue el ganador del Grupo B y VENEZUELA clasificó automáticamente a la fase decisiva por ser el anfitrión. El último cupo lo definieron los segundos de cada grupo, donde PERÚ venció a COLOMBIA por mínima diferencia.
Los celestes ganaron con claridad los dos primeros encuentros del cuadrangular final, derrotando a PERÚ (3-0) y al equipo anfitrión (3-1), llegando a la tercera jornada con un punto de ventaja sobre los brasileños, que no pudieron vencer a Los Incas (1-1). El match final se saldó con empate 1 a 1 y de esa manera URUGUAY se consagraba como Campeón invicto. Manuel Pedersen, hombre de Rampla Juniors, fue el máximo artillero oriental con 4 dianas; mientras que los futbolistas que tuvieron más minutos en cancha fueron el arquero Roberto Sosa, Eustaquio Claro, Ramón Cruz, Walter Devoine, Víctor Guaglianone, Walter Marichal y Héctor Ramos.
CHILE recibió la siguiente edición cuatro años más tarde, donde sólo participaron seis selecciones, a saber: ARGENTINA, BRASIL, CHILE, PERÚ, URUGUAY y VENEZUELA. La forma de disputa elegida fue la «liguilla», jugando todos contra todos y definiendo por puntos al vencedor. También se optó por un estadio único para el desarrollo del evento, siendo el Nacional de Santiago el recinto designado. Los jóvenes orientales se quedaron con la corona al sumar 7 puntos, uno más que los logrados por argentinos, brasileños y peruanos. El equipo uruguayo le ganó a PERÚ (4-2) y a CHILE (3-1), y curiosamente empató 2 a 2 con los tres rivales restantes. Los goleadores de la selección que se consagró nuevamente de manera invicta fueron Héctor Salvá (Canillitas), Carlos Fernández Carranza y Mario Mederos (ambos de Peñarol) con tres conquistas cada uno. Mientras que en 1964 se revalidó el título en COLOMBIA, a pesar de que en este certamen se perdió el invicto frente a PERÚ (1-2). De nuevo se llevó adelante el régimen de liguilla, esta vez con 7 selecciones sudamericanas, destacándose la ausencia de BRASIL. Asimismo, la Federación Colombiana definió cuatro sedes para albergar los 21 partidos, siendo Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla las ciudades nominadas. URUGUAY logró el título en la última fecha, derrotando al elenco local con gol de Enrique Alfano.
Protagonismo sin títulos
En las siguientes tres ediciones La Celeste no pudo quedarse con el primer puesto, pero no cedió protagonismo. En 1967 el torneo se trasladó a PARAGUAY y tuvo una definición insólita, ya que la final la disputaron argentinos y guaraníes. El encuentro finalizó con igualdad en dos goles y ARGENTINA se quedó con el título mediante un sorteo. Nuestra selección sucumbió en la fase inicial, donde le ganó a ECUADOR (1-0), empató con PERÚ (2-2) y cayó frente a brasileños y chilenos (1-3 y 1-2 respectivamente). Para el año 1971 los guaraníes volvieron a ser locales y URUGUAY llegó a la final, donde se midió con La Albirroja. El cotejo culminó 1 a 1 y PARAGUAY alzó la copa por tener mejor diferencia de goles en las Semifinales (ellos habían derrotado a PERÚ por 3-1, mientras que los uruguayos superaron por 2-1 a la selección argentina). El siguiente torneo se llevó a cabo en CHILE, en el año 1974. Nuevamente los charrúas llegaron al último encuentro, sin embargo, cayeron en la final ante La Canarinha por 2 a 1.
Tetracampeones
Entre 1975 y 1981 la selección uruguaya vivió una época dorada, encadenando cuatro títulos sudamericanos. En primer lugar se quedó con el trofeo que estuvo en disputa en Lima, en el año 1975, donde participaron seis escuadras. Culminada la liguilla, chilenos y uruguayos quedaron empatados en 8 puntos, de modo que se jugó un encuentro de desempate, que al cabo del tiempo reglamentario terminó igualado a un gol. Por la vía de los penales URUGUAY consiguió su cuarto título juvenil al ganar en la referida definición por 3 tantos contra 1. El delantero celeste Hebert Revetria fue el goleador de este certamen, logro que también había cristalizado un año antes en suelo chileno. VENEZUELA volvió a recibir el torneo en 1977 y nuevamente fue el conjunto oriental el que se llevó la gloria. Los dirigidos por Raúl Bentancor tuvieron una muy buena actuación, consagrándose sin conocer la derrota. Acumularon cuatro victorias y tres empates, con un saldo de 11 goles a favor y solo 2 en contra. A partir de aquel año el torneo sudamericano sirvió como proceso de clasificación para el Mundial de la categoría, que se celebró por primera vez en TÚNEZ. Los cupos como representantes de CONMEBOL se los llevaron URUGUAY, BRASIL y PARAGUAY. Aquel plantel estaba integrado, entre otros, por Fernando Alvez, Hugo De León, Víctor Diogo, Ariel Krasouski, Mario Saralegui, Amaro Nadal, Venancio Ramos y Ruben Paz.
Luego en 1979 nuestro país organizó por primera vez este certamen juvenil y, como no podía ser de otra manera, obtuvo el máximo galardón. Se repitió el hecho de terminar invicto (en esta ocasión con 5 triunfos y un empate) y con el aditivo de haberle ganado tanto a BRASIL como a la representación de ARGENTINA. Los orientales anotaron 12 goles y recibieron uno solo por parte de PARAGUAY en el último encuentro. Repitieron el título Alvez y Paz, a los que se sumaron Miguel Bossio, Jorge Barrios, Daniel Reveléz, Arsenio Luzardo, Ernesto Vargas y Ricardo Viera entre otros. El tetracampeonato se obtuvo en ECUADOR, donde La Celeste mostró un rendimiento notable en la fase final, derrotando a BRASIL y BOLIVIA (ambos 2-1) y vapuleando a los argentinos por 5-1 con goles de Jorge Da Silva (2), Enzo Francéscoli, Adolfo Barán y Jorge Villazán. Otros integrantes de ese plantel eran Javier Zeoli, Nelson Gutiérrez, José Batista, Santiago Ostolaza, Pedro Pedrucci y Alexis Noble.
Una larga espera
El siguiente título continental de los charrúas se hizo desear y recién llegaría en el año 2017. En todo este período (1983 a la fecha) la selección uruguaya no pudo mantener ese liderazgo que se puso de manifiesto al ganar siete de las primeras diez ediciones del Campeonato Sudamericano Sub 20. En el concierto sudamericano URUGUAY continuó dando batalla, pues generalmente ha sido considerado un firme aspirante al título, aunque después en la cancha no pudiera cosechar nuevos lauros. El team oriental consiguió quince clasificaciones para los Mundiales de la categoría, quedando al margen solamente en siete ediciones. Justamente una de las peores rachas se dio a mediados de los ’80, cuando tres generaciones no pudieron acceder a las respectivas Copas del Mundo (1985, 1987 y 1989). Más adelante la escuadra oriental recibió una dura sanción por actos de indisciplina cometidos en el Mundial de AUSTRALIA 1993, que marginó a la siguiente generación del Sudamericano BOLIVIA 1995, clasificatorio para el Mundial de QATAR. Las selecciones de fines de los ’90 son recordadas por sus grandes actuaciones mundialistas, más que por su pasaje en la cita continental. Bajo la dirección técnica de Víctor Púa, URUGUAY logró ser Subcampeón del Mundo en MALASIA 1997 y se quedó con el cuarto puesto en NIGERIA 1999.
Posteriormente sobrevino otro período oscuro, donde no se clasificó a los Mundiales de los años 2001, 2003 y 2005, celebrados en ARGENTINA, EMIRATOS ÁRABES UNIDOS y PAÍSES BAJOS respectivamente. Lo más doloroso fue ver el fracaso celeste en el Sudamericano organizado hace 20 años, cuando la selección quedó afuera de la Copa Mundial tras finalizar quinta, sumando solo 4 puntos de 15 posibles en el hexagonal final. Desde al año 2007 en adelante, URUGUAY siempre dijo «presente» en las sucesivas Copas del Mundo, donde indudablemente tuvo mucho que ver el reordenamiento impuesto por el «Maestro» Oscar Washington Tabárez con su política integral de selecciones nacionales. Otro aspecto a señalar es que entre los años 2007 y 2015, el Sudamericano Sub 20 también se utilizó como fase de clasificación para la disciplina del fútbol correspondiente a los Juegos Olímpicos. Generalmente se otorgaron dos cupos y URUGUAY pudo acceder a la cita de Londres 2012 al terminar en el segundo puesto del torneo celebrado un año antes en PERÚ.
En resumen, durante las últimas cuatro décadas La Celeste obtuvo un título, además de cuatro subcampeonatos (1983, 1992, 1999 y 2011) y seis medallas de bronce (1991, 2007, 2009, 2013, 2015 y 2019). Vale recordar que en el año 2015 nuestro país acogió nuevamente al evento de referencia. La juvenil celeste llegó con chances a la última fecha, en la cual debía ganarle a ARGENTINA para ser Campeón. Sin embargo, fue La Albiceleste la que se quedó con el triunfo por 2 a 1 y con el primer lugar, festejando en el mismísimo Estadio Centenario. Así pues, la única consagración en este período tuvo lugar hace seis años en suelo ecuatoriano, la misma tierra que 36 años antes presenció la vuelta olímpica de otro combinado con camiseta color cielo. URUGUAY ganó con claridad el torneo, justificando su éxito por lo hecho en la ronda final, donde ganó 12 puntos de los 15 posibles. Dos goleadas ante argentinos y colombianos (ambas por 3-0) más los triunfos por 2-1 sobre BRASIL y ECUADOR cimentaron la octava presea dorada para nuestra selección. Algunos destacados del equipo comandado por Fabián Coito fueron el golero Santiago Mele, los defensas José Luis Rodríguez, Matías Viña, Agustín Rogel y Mathías Olivera; los volantes Facundo Waller, Rodrigo Bentancur y Nicolás De La Cruz; y los delanteros Rodrigo Amaral, Nicolás Schiappacasse, Agustín Canobbio, Diego Rossi y Joaquín Ardaiz.
Algunos números y lo que se viene
El palmarés de esta competencia es liderado por BRASIL con 11 títulos, seguido por URUGUAY (8) y ARGENTINA (5). No obstante, ninguno de ellos es el vigente Campeón. Ese rótulo le pertenece a ECUADOR, que en el año 2019 conquistó el Sudamericano jugado en territorio chileno, marcando un hecho histórico para el balompié de ese país. Los números de URUGUAY en la historia del torneo son positivos: jugó 199 partidos, de los cuales ganó 99, empató 58 y perdió 42. Se ubica segundo en la tabla histórica, sólo por detrás de BRASIL. Marcó 330 goles y recibió 209.
El gran favorito para quedarse con el certamen que comienza en unos días es BRASIL, que cuenta con un poderío ofensivo muy importante. URUGUAY tiene una base interesante, donde se destacan algunos campeones de la Copa Libertadores Sub 20 defendiendo a Peñarol, como Randall Rodríguez, Mathías De Ritis y Damián García. El capitán Fabricio Díaz cuenta con vasta experiencia en Primera División en filas del Liverpool Fútbol Club y tendrá la compañía de Rodrigo Chagas y Renzo Sánchez del Club Nacional de Football. En la ofensiva aparecen Nicolás Siri y Mateo Ponte, ambos de «cuna danubiana»; mientras que los repatriados con experiencia en el fútbol juvenil europeo son el defensor Facundo González del Valencia y Álvaro Rodríguez, delantero del Real Madrid Castilla. En éste último se centran muchas esperanzas por el muy buen rendimiento que ha tenido el futbolista en la filial del prestigioso club merengue. URUGUAY debutará con CHILE el próximo domingo 22 de enero por la segunda fecha del Grupo B, que también integran VENEZUELA, BOLIVIA y ECUADOR. Los tres primeros de cada serie accederán al hexagonal final, donde los cuatro mejor ubicados clasificarán a la Copa del Mundo INDONESIA 2023.
Hasta fines del siglo XX, Uruguay nunca se caracterizó por ser un seleccionado con hombres que superaran el 1.85 metro de estatura.
El paso de las décadas, las mejoras en la calidad de vida, el acceso a la salud, la alimentación y la ausencia de guerras, permitieron que los orientales no solo aumentaran su expectativa de vida sino que, además, ganaran en estatura, como sucedió en muchos otros países con similares condiciones.
Domingo Tejera, el histórico back de Wanderers que defendió al combinado entre 1922 y 1932 y que conquistó dos títulos mundiales (1928 y 1930) y dos sudamericanos (1920 y 1926), era considerado un gigante por aquellos años al medir 1.89 metro.
El 17 de julio de 1916, en el estadio de Racing de Avellaneda de Buenos Aires, Uruguay se encontraba a apenas 90´ de su primer título sudamericano en el estreno absoluto del máximo certamen continental a nivel de selecciones.
La Celeste había vencido a Chile (4-0) y Brasil (2-1), mientras que el empate argentino ante Brasil (1-1), después de la goleada a los trasandinos (6-1), dejaba a los hermanos platenses contra las cuerdas: solamente el triunfo les serviría para gritar “campeón” en su propia casa.
Existían razones para creer por parte de los albicelestes: el último antecedente en la misma cancha, disputado el 15 de agosto de 1915 por la Copa Lipton, había visto a los dueños de casa imponerse de forma justiciera por 2-1.
La reciente desaparición física de Pelé trajo consigo el recordatorio de su distinción como ganador de 3 mundiales. Un hito en la historia del fútbol que ya había sido conseguido por 6 jugadores uruguayos. José Nasazzi, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Pedro Cea, José Leandro Andrade y Santos Urdinarán fueron los destacados pioneros en hacer bordar 3 estrellas en el escudo de la camiseta de su selección. Un récord impresionante, que casi un siglo después, tan solo pudo ser igualado por el astro del fútbol brasilero.
El epílogo del año 2022 tuvo en su desenlace la mala noticia del fallecimiento de Edson Arantes do Nascimento a sus 82 vueltas alrededor del sol. El virtuoso futbolista brasilero enalteció a la camiseta de su país y universalizó al dorsal N° 10 como el número reservado para todos aquellos capaces de honrar al fútbol con un juego exquisito. Mucho se discute sobre si fue el mejor jugador de todos los tiempos o si otros excepcionales colegas suyos lograron superarlo. Un debate eterno que nunca será saldado debido a que existen tantas opiniones como amantes del juego del balompié sobre la faz de la Tierra. Lo que sí se puede aseverar es que fue un fenómeno que condujo a Santos y a la selección de Brasil a la mayor gloria deportiva a la cual podían aspirar ambas escuadras. Vistió por primera vez la casaca verdeamarela en 1957 pero se dio a conocer ante la afición mundial en el campeonato de Suecia de 1958. Con tan solo 17 años jugó 4 partidos y marcó 6 goles en la máxima contienda global disputada en suelo escandinavo. Repitió la obtención de la Copa del Mundo en 1962 (tan solo jugó 2 partidos y pudo marcar un gol) y deleitó a todo el orbe futbolístico con su majestuosa actuación en México 1970. Un equipo extraordinario compuesto por destacados jugadores que “El Rey” supo liderar para que Brasil consiguiera en propiedad el Trofeo Jules Rimet. En ese certamen, Pelé disputó los 6 partidos de su selección y marcó 4 goles. Luego de ello, le restaron pocos partidos más con el seleccionado y el fútbol brasilero vivió una etapa de transición que lo relegó del protagonismo en los posteriores torneos mundialistas. Tras su reciente desaparición física, Pelé fue indicado como el único tricampeón del mundo en la historia del fútbol. Un hecho que no es así como se dijo debido a que hay seis jugadores uruguayos que también fueron tres veces campeones del mundo junto a él. Un grupo de notables futbolistas criollos que estuvieron presentes en la conquista de las primeras tres estrellas que luce el escudo de nuestra querida camiseta celeste.
LOS PRIMEROS 6 TRICAMPEONES DEL MUNDO
JOSÉ NASAZZI. “El Mariscal” de las 3 estrellas.
El mayor período de triunfos de la historia de nuestra selección, y de cualquier otro combinado nacional de todos los tiempos, fue liderado por la enorme figura de José Nasazzi. El excelso back nació en Villa Peñarol pero se radicó muy joven en el barrio Bella Vista tras los cambios acaecidos en su composición familiar por la temprana desaparición física de su padre. Comenzó su trayectoria deportiva en el cercano club Lito y pidió pase de inmediato para el cuadro creado para defender los colores y el nombre de su barrio. Luego de algunos vericuetos reglamentarios, Nasazzi pudo incorporarse al equipo papal y defendió la causa auriblanca por más de una década. Su notable actuación en Bella Vista determinó que fuera convocado para el representativo que iba a disputar la ´séptima edición del Torneo Sudamericano de 1923 en el Parque Central. “El gran capitán” se puso por primera vez la gloriosa casaca celeste en el pecho el 4 de noviembre de 1923 y nunca más se la sacó del alma. Aquel día, en el triunfo ante Paraguay por 2 a 0, comenzaba una etapa gloriosa que lo tuvo como un protagonista fundamental. Nasazzi fue un líder indiscutible en todos los ámbitos siendo responsable de sus jugadores tanto dentro como fuera de la cancha. Un hombre enérgico que tuvo que tomar decisiones drásticas tales como expulsar al laureado Andrés Mazalli de la concentración en 1930 por salir sin autorización y ordenó dar una vuelta alrededor del campo de juego en Colombes como forma de retribuir las desbordantes expresiones de júbilo del público francés. Fue un ganador nato que completó un total de 40 partidos estando presente en los cinco encuentros de 1924, en cuatro de 1928 y en los cuatro cotejos de 1930. Tan solo estuvo ausente en la semifinal de Ámsterdam frente a Italia por su expulsión ante Alemania en la instancia de cuartos de final. A diferencia de los otros tricampeones mundiales uruguayos, el destino le tenía reservada una vuelta más con le celeste (vestida de rojo en ese entonces) al ganar su cuarta Copa América en Santa Beatriz en 1935. Su retiro de la selección se dio el 20 de setiembre de 1936 en la disputa de la Copa Héctor Rivadavia Gómez en el Estadio Centenario frente al clásico adversario argentino.
Partidos con Uruguay. 40 (29 victorias, 4 empates, 7 derrotas).
Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 4 Copas América.
Goles: sin anotaciones.
Partidos disputados en campeonatos mundiales:
1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0, vs USA 3-0, vs Francia 5-1, vs Países Bajos 2-1, vs Suiza 3-0.
1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0, vs Alemania 4-1, vs Argentina 1-1, vs Argentina 2-1.
.1930 Montevideo, Uruguay. vs Perú 1-0, vs Rumania 4-0, vs Yugoslavia 6-1, vs Argentina 4-2.
HÉCTOR PEDRO SCARONE BERETTA. “Tuya Héctor”
Fue el latiguillo inmortal que pronunció René “Tito” Borjas cuando cabeceó el balón hacia la derecha para que Scarone convirtiera el segundo y decisivo gol en la final de 1928. “El Mago” la mandó a guardar y Uruguay se coronaba por segunda vez campeón del mundo ante su hermano rioplatense. “El Gardel del Fútbol” se estrenó con la celeste el 2 de setiembre de 1917 en un partido de la otrora Copa Newton desarrollado en el Parque Central frente a Argentina y vistió por última vez la gloriosa casaca en la final de 1930. En ese período, disputó 51 partidos con el combinado oriental y marcó la inmensa suma de 31 goles. Una destacada cifra que adquiere mayores dimensiones si se considera que en esos tiempos se jugaba una menor cantidad de partidos internacionales y que recién Diego Forlán fue el primero en superarlo en el año 2011. Scarone fue un jugador trascendental que demostró su enorme capacidad goleadora en todos los cuadros que defendió aquí como en el exterior (España e Italia). En 1926 pasó al FC Barcelona y jugó una temporada con el equipo catalán. Marcó varios goles y obtuvo el campeonato de Catalunya y la Copa del Rey. Sin embargo, decidió retornar a Uruguay y cuando le preguntaron las razones fue bien claro en su respuesta; “Yo pensaba en mi patria”. Extrañaba lucir la casaca alba de sus amores y quería estar frente a los ojos de los dirigentes asociacionistas para ser convocado en la defensa del título mundial en Ámsterdam. Cien años después de su carrera como futbolista, sigue siendo recordado como una de las principales figuras con las que contaron los campeonatos del mundo en sus albores.
Partidos con Uruguay. 51 (36 victorias, 8 empates, 7 derrotas).
Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 4 Copas América.
Goles: 31 anotaciones (9 en campeonatos del mundo).
Partidos disputados en campeonatos mundiales:
1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0 (Gol 23´ 2-0), vs USA (Gol 15´ 2-0), vs Francia 5-1 (Goles 2´ 1-0 y 24´ 2-1), vs Países Bajos 2-1 (Gol 81´ 2-1), vs Suiza 3-0
1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0 (Gol 20´ 1-0), vs Italia 3-2 (Gol 31´ 3-1), vs Argentina 2-1 (Gol 73´ 2-1).
1930 Montevideo, Uruguay. vs Rumania 4-0 (Gol 24´ 2-0), vs Yugoslavia 6-1, vs Argentina 4-2.
PEDRO PETRONE SCHIAVONE “Hay que pasarle la pelota y mirar el centro de la cancha”.
Fueron las palabras de Scarone sobre su compañero de delantera. Perucho fue un destacado goleador que revolucionó técnica y tácticamente la forma de jugar del centrodelantero. Fue un deportista integral que poseía un remate fulminante y que corría la distancia de cien metros en once segundos. Comenzó jugando en tercera con Solferino y pasó a Charley en 1923 para mostrar sus cualidades futbolísticas en primera división. Debutó haciendo cuatro goles ante Lito y fue un hombre clave para salvar al cuadro del descenso ese año. Su destacada participación en Charley determinó que fuera convocado para jugar por Uruguay en el Sudamericano del Parque Central. Su estrenó con la celeste se dio en el primer partido frente a Paraguay el 4 noviembre de 1923 y su último cotejo como seleccionado fue frente a Perú el 18 de julio de 1930. Ese día, el combinado uruguayo recibió duras críticas por su discreta actuación y Petrone fue uno de los que salió de la oncena titular por el resto de la competencia. Disputó 28 partidos en total con la celeste y despertó el grito de gol de la afición oriental en 24 oportunidades. Fue el goleador del torneo en Colombes con 7 anotaciones y le metió un hat trick a los alemanes en cuartos de final en Ámsterdam. A su vez, y luego de ser tricampeón del mundo, también fue “capocannoniere» con Fiorentina en el calcio italiano.
Partidos con Uruguay. 28 (17 victorias, 6 empates, 5 derrotas).
Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 2 Copas América.
Goles: 24 anotaciones (11 en campeonatos del mundo).
Partidos disputados en campeonatos mundiales:
1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0 (Goles 35´ 3-0 y 61´ 6-0), vs USA 3-0 (Goles 10´ 1-0 y 44´ 3-0), vs Francia 5-1 (Goles 58´ 3-1 y 68´ 4-1), vs Países Bajos 2-1, vs Suiza 3-0 (Gol 9´ 1-0)
1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Alemania 4-1 (Goles 35´ 1-0, 39´ 2-0 y 84´4-1), vs Italia 3-2, vs Argentina 1-1 (Gol 23´ 1-0).
1930 Montevideo, Uruguay. vs Perú 1-0.
JOSÉ PEDRO CEA “El empatador olímpico”
“El Vasco” fue reconocido así por la importancia de sus goles en el transcurso de varios partidos de la trilogía mundialista. Cea marcó los empates transitorios frente a Países Bajos en la semifinal de Colombes, contra Italia en la semifinal de Ámsterdam, versus a Yugoslavia en la semifinal de Montevideo (culminó anotando un hat trick ese día) y el 2 a 2 contra Argentina en la final del 30 de julio. Asimismo, “El vasco” ostenta otro récord imbatible consistente en haber estado presente en todos los partidos del tricampeonato mundial. Algo que no pudieron igualar sus compañeros presentas en las tres gestas ni Pelé con su selección en las 3 copas que ganó. El jugador de ascendencia vasca se crió en Arroyo Seco y comenzó su carrera deportiva en el vecino club Lito. Luego, pasó a Bella Vista y continuó su carrera en Nacional hasta su retiro definitivo. Al igual que Nasazzi y Petrone, debutó con la casaca celeste el 4 de noviembre de 1923 frente a Paraguay por el Torneo Sudamericano y la lució por última vez el 4 de diciembre de 1932 en el Estadio Centenario frente a Brasil por la Copa Barón de Río Branco. Jugó un total de 26 partidos y marcó 13 goles, la mayoría de ellos, en instancias mundialistas.
Partidos con Uruguay. 26 (16 victorias, 3 empates, 4 derrotas).
Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 2 Copas América.
Goles: 13 anotaciones (10 en campeonatos del mundo).
Partidos disputados en campeonatos mundiales.
1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0 (Goles 50´ 5-0 y 80´ 7-0), vs USA 3-0, vs Francia 5-1, vs Países Bajos (Gol 62´ 1-1), vs Suiza 3-0 (Gol 2-0).
1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0, vs Alemania 4-1, vs Italia 3-2 (Gol 17´ 1-1), vs Argentina 1-1, vs Argentina 2-1.
1930 Montevideo, Uruguay. vs Perú 1-0, vs Rumania 4-0 (Gol 35´4-0), vs Yugoslavia 6-1 (Goles 18´ 1-1, 67´ 5-1 y 72´ 6-1), vs Argentina 4-2 (Gol 57´ 2-2)
JOSÉ LEANDOR ANDRADE “La merveille noire”
Deslumbró a Europa con su técnica en el campo de juego como con su forma de bailar el tango en los salones parisinos. Los franceses no escatimaron en elogios y lo indicaron como una de las mayores maravillas (en todos los sentidos) vista hasta ese entonces. Una prestigiosa perla del fino collar que representaba el exquisito fútbol desplegado por los uruguayos en el continente europeo. Andrade fue un fervoroso aficionado de las principales manifestaciones populares de la época y disfrutó de jugar a la pelota, del carnaval, del candombe y de tocar el violín. Nació en Salto pero inició su trayectoria futbolística en el novato Club Bella Vista de la capital del país. Junto a sus compañeros tricampeones Nasazzi y Cea llegó a la selección nacional en 1923 desde el Parque Olivos para escribir la historia más grande de todos los tiempos. Debutó con la celeste el 24 de junio de ese año en un encuentro contra los argentinos por la Copa Lipton y finalizó su participación con el combinado nacional dando la vuelta olímpica del 30 de julio de 1930 en el Centenario. “La Maravilla” fue una joya del fútbol criollo que tuvo un rol preponderante en la conquista de las tres estrellas. Jugó todos los partidos de 1924, tan solo se ausentó frente a los alemanes en cuartos de final de 1928 y disputó la totalidad de los encuentros en la primera Copa del Mundo. Un hombre bohemio que dio letra a la opinión pública tanto por su estilo de vida como ´por controvertidas decisiones. Una de ellas consistió en su traspaso directo de Nacional a Peñarol en 1931 en su calidad de tricampeón del mundo y siendo reconocido como una de las principales estrellas tricolores en la década de los años 20. En 1933 viajó a Argentina para alinearse en diferentes clubes del fútbol porteño y colgó los botines en Montevideo Wanderers en 1936.
Partidos con Uruguay. 33 (24 victorias, 6 empates, 3 derrotas).
Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 3 Copas América.
Goles: 1 anotación.
Partidos disputados en campeonatos mundiales:
1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0, vs USA 3-0, vs Francia 5-1, vs Países Bajos 2-1, vs Suiza 3-0.
.1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0, vs Italia 3-2, vs Argentina 1-1, vs Argentina 2-1.
1930 Montevideo, vs Perú 1-0, vs Rumania 4-0, vs Yugoslavia 6-1, vs Argentina 4-2.
.SANTOS URDINARÁN. El otro “Vasquito” celeste
Puede ser que no sea el jugador más recordado de aquellas epopeyas pero integró el ataque oriental en la mayoría de los partidos de 1924 y 1928. Debutó en la selección el 21 de setiembre de 1923 en un match por la Copa Premio de Honor que se disputó en el Parque Central frente a Argentina. Su destacadísima actuación en Nacional (´único equipo al cual defendió en su carrera) lo condujo a integrar el representativo de la Asociación por varios años. Salió por última vez a la cancha con la casaca color cielo el 18 de julio de 1930 en el debut mundialista frente a Perú acumulando una veintena de partidos y anotando 2 goles. Uno de ellos fue para sentenciar el resultado definitivo de 2 a 0 frente al anfitrión anaranjado en Ámsterdam.
Partidos con Uruguay. 20 (14 victorias, 4 empates, 2 derrotas).
Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 3 Copas América.
Goles: 2 anotaciones (1 en campeonatos del mundo).
Partidos disputados en campeonatos mundiales.
1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0, vs Países Bajos 2-1, vs Suiza 3-0.
1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0 (Gol 86´ 2-0), vs Alemania 4-1, vs Italia 3-2, vs Argentina 1-1
El profesor Oscar Secco Ellauri fue en el Uruguay uno de los hombres destacados de su época. Político del Partido Colorado en el tiempo del liderazgo de Luis Batlle Berres, quién fue presidente de la República convirtiendo en primera dama a su esposa, la argentina Matilde Ibáñez Tálice.
Entre los altos cargos que el Prof. Secco Ellauri desempeñó, corresponde mencionar los de Ministro de Relaciones Exteriores, luego Ministro de Educación y Cultura, presidente del SODRE, diputado y también Consejero de Educación Secundaria. Dictaba los cursos de historia universal en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo, conocido por la sigla IAVA, donde aquellos alumnos que superaban el ciclo básico escolar de seis años de escuela y cuatro de liceo, irremediablemente tenían que superar dos años de preparatorios si deseaban continuar una carrera universitaria. Esa actividad docente el prof. Secco Ellauri la desarrolló permanentemente hasta muy pocos años antes de su fallecimiento acaecido en 1990. Era un personaje. Llegaba al IAVA conduciendo su automóvil sport, de dos plazas, junto a su perrito. Estacionaba el pequeño vehículo en alguna de las calles Eduardo Acevedo, Lavalleja, Tristán Narvaja y Eduardo Acevedo que circundaban el enorme edificio. Allí quedaba con su perrito dentro, hasta que retornara de brindar su clase.
Tenía 35 años, tres títulos de campeón del mundo y cuatro de América.
Capitán indiscutido desde que debutó en el combinado en 1923, el “Terrible”, el mejor back central de la historia de nuestro fútbol, había decidido que aquellos dos serían los últimos encuentros en los que se pondría la camiseta celeste, la que él mismo se había encargado de engrandecer a niveles nunca vistos por ningún otro seleccionado.
De forma oficial, el Uruguay liderado por José Nasazzi derrotó 2-1 a Argentina en el Centenario el 20 de setiembre de 1936 por la Copa Héctor Rivadavia Gómez. No pudo ser una mejor despedida: ganando el último clásico ante el rival de todas las horas. Era lo justo.